Frases de Deseo de ser punk

Deseo de ser punk

16 frases de Deseo de ser punk de Belén Gopegui... Hay experiencias que merecen ser vividas, como la angustia que provoca el querer y el llegar a ser y el malestar que nace de la imperecedera sensación de no pertenecer.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Belén Gopegui son: adolescencia, rock & roll, accidente automovilístico, conflictos familiares, formación de la personalidad, desempleo, revolución.

Frases de Belén Gopegui Libros de Belén Gopegui

Frases de Deseo de ser punk Belén Gopegui

01. La música, la de verdad, no suena: te atraviesa el cuerpo de parte a parte.


02. Interrumpo la emisión para subir el volumen de vuestros receptores y que nuestra angustia os entre por las orejas.


03. Llega un momento en que las cosas dejan de importarte. Cuando los que te hablan no tienen actitud, oyes llover todo el rato.


04. No me extraña que haya gente que crea en la reencarnación. Porque lo malo no es morirse, sino que ya no tienes nunca otra oportunidad. Y cuesta entenderlo.


05. ¿Cómo se coloca todo bien? ¿Cómo lo consiguen las personas? Porque si te callas demasiadas cosas, un día estallan o se pudren. Pero si las dices, haces daño.


06. Mis padres necesitaban ayuda y yo seguía empeñada en mi comando. Lo que pensaba era que, en realidad, mi familia no necesitaba ayuda sino que yo me quedara quieta, que no fuera otro problema.


07. Me quedé con el disco en la mano y pensé que los vinilos eran como los cuadernos, se acaban. Eso está bien. Me refiero a que las cosas se acaben. Porque es mejor saber a qué atenerse.


08. A veces un grito no es un sonido sacado de quicio; ni es levantar la voz con descompostura y vanidad. A veces un grito es abrir el cajón, sacar una verdad hecha pedazos y ponerla encima de la mesa.


09. Creo que las canciones son una especie de bombas que explotan ordenadamente. Bombas a pequeña escala, como romper cosas pero no por frustración; no romper cualquier cosa y de cualquier manera, sino romper puertas cerradas que deberían estar abiertas, recuerdos que no merecen existir, días sin actitud.


10. No es que no confíe en ti. No es que no me atreva a decir: quiero que me ayudes. Sólo que una cosa es que ayudes y otra que cargues conmigo. Llámalo orgullo. Al fin y al cabo, ¿Quién no tiene dentro el ego de un jodida rockstar?


11. Encajas, sí, pero también golpeas; si no, qué. Y en golpear, y en equivocarte, y ser irresponsable, y hasta en probar las cosas por ti misma a pesar de que te han dicho que otros lo han probado y no vale la pena, en todo eso, supongo, se va la mitad de la vida. Porque no somos árboles, nos movemos, tenemos que hacer cosas.


12. Entrar en una canción tiene que ser como la electricidad: en vez de un sitio, algo que te atraviesa y, mientras lo hace, la atracción hacia unas cosas y la repulsión hacia otras se vuelve muy potente. Tanto que tienes la impresión de estar siendo abducida y ahí estás tú, fuera de órbita, en un sistema planetario nuevo donde importa lo que vibras, deseas, blasfemas y sueñas mientras vives esa maldita canción.


13. Y dicen que en Estados Unidos te dejan conducir. Llevar un coche es como llevar una pistola cargada. Te da un ataque de rabia: bang, disparas a alguien que te está molestando. Pues con el coche puedes hacer lo mismo: estás ahí, en el paso de cebra, y ves al típico padre de familia con un paquete de pasteles y cara de que sus hijos han ganado todos los torneos y han sacado las mejores notas, o sea, con cara de no haberles mirado a los ojos en toda su vida, y sueltas el freno y aceleras: se acabó, lo has arrollado junto con sus pasteles, adiós. Con dieciséis años, si él dice Martina, yo digo Juan.


14. Me levanté y empecé a sacar los libros de la mochila. Mi madre se fue de la habitación sin decir nada. Supongo que le hice daño. Supongo que antes también había hecho daño a mi padre. ¿Cómo se coloca todo bien? ¿Cómo lo consiguen las personas? Porque si te callas demasiadas cosas, un día estallan o se pudren. Pero si las dices, haces daño. Y a veces mueves la mano y sin querer tiras el vaso y se rompe y hay agua y cristales; dicen que eso es fácil de arreglar con una bayeta y barriendo cristales. Lo que no se arregla es que te gustaría clavarte uno, que saliera sangre y no llorar.


15. Yo ahora no creo en Dios, pero me parece que el cura del funeral del padre de Vera tampoco creía mucho, me refiero a la vida eterna y todo eso. Decía que el cielo era cuando se hacían las cosas bien y se era cariñoso con los demás, y el infierno cuando despreciabas a alguien y te equivocabas. Decía que el muerto se quedaba en nuestros recuerdos y que desde ahí nos iba a acompaña. Buf, no sé, los recuerdos, vale, sólo que los recuerdos están en mi cabeza, y ojalá estuvieran en otro sitio. Puestos a creer, yo preferiría una aparición total, aunque fuera un padre de Vera medio transparente, tipo fantasma. Porque al final los recuerdos hasta parece que te los imaginas, se ponen borrosos y algunos se pierden.


16. Hablan todo el rato de la igualdad, pero a mí bastantes veces me gustaría ser tío, y al revés no pasa tanto. No lo digo por el sexo. Yo querría ser tío pero no para enrollarme con Vera, eso puedo hacerlo ya. Si lo piensas, es hasta increíble que haya que hacer leyes, es alucinante que en otras épocas no nos dejaran estudiar o ser ingenieras. Pero es que hay historias que no están en las leyes, no sé cómo decirlo: me refiero a lo que te pides, ¿Sabes? Los tíos se pidieron cosas como consolar o defender y luego se quedaron con esas cosas. ¿Por qué no puede pedírselas cualquier persona, sea lo que sea, según su ánimo o según lo que le haya pasado? Muchos días prefiero consolar y no que me consuelen, defender y no que me defienda. Prefiero salir en vez de quedarme esperando a que vuelva alguien. Y aunque ya no siempre sea así, aunque a veces mi madre se vaya de viaje y sea mi padre quien va a buscarla, no sé, es que los chicos se han pasado la vida viéndose en todas partes como los que llevan el barco. He oído a pocos que digan: me encantaría quedarme aquí y que vinieran a salvarme. No se trata de ser valiente. A lo mejor es incluso al revés. Porque lo que da más miedo es estar esperando y no poder hacer nada. Da mucho más miedo eso que salir a matar dragones.

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