Frases de Cómo detectar mentiras en los niños

Cómo detectar mentiras en los niños

23 frases de Cómo detectar mentiras en los niños (Why kids lie: how parents can encourage truthfulness) de Paul Ekman... Obra donde aprenderá cómo afrontar con eficacia la gran variedad de mentiras que cuentan los niños de todas las edades: desde las pequeñas mentirijillas hasta las grandes, pasando por las fantasías más inconcebibles.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Paul Ekman son: emociones, mentiras, educar a los hijos, importancia de la educación, inteligencia emocional, ser padres, guía práctica, comunicación no verbal, microexpresiones.

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Frases de Cómo detectar mentiras en los niños Paul Ekman

01. El mentiroso se perfecciona con la práctica.


02. Resulta más fácil mentir si no se siente culpabilidad.


03. Puesto que nuestros cuentos infantiles modernos hacen hincapié en los aspectos luminosos de la vida y evitan tocar temas como la muerte o la vejez, los padres modernos muchas veces quieren proteger a sus hijos de algunas situaciones de la vida real que no son agradables. Pero el protegerles con mentiras edulcoradas muchas veces lo que hace es aumentar, en lugar de disminuir, la ansiedad del niño... En lugar de ello, los padres deberían ofrecer al niño más información para ayudarle a tratar con sus ansiedades por un problema bien real.


04. Las mentiras descaradas traicionan y corroen la intimidad. Generan desconfianza y pueden destruir una relación íntima.


05. Las emociones, en especial cuando son intensas, producen cambios involuntarios de conducta que son difíciles de esconder.


06. La pérdida de confianza es el punto que yo recalco cuando tengo conversaciones sobre el tema de las mentiras con mis propios hijos.


07. Existen muchos tipos de mentiras, igual que hay muchas variaciones de la verdad. Las razones por las cuales las personas mienten pueden ir desde querer evitar el castigo hasta querer proteger la intimidad.


08. Aunque los preadolescentes o los adolescentes más jóvenes entienden la idea de que mentir está mal porque los demás ya no confiarán en nosotros, eso no es prioritario en sus mentes. Incluso los adultos no recuerdan siempre la consecuencia de una pérdida de confianza cuando están sopesando si mentir o no. Puede que las relaciones ya no sean las mismas después de haber violado la confianza con una mentira. La pérdida de confianza es difícil de reparar; a veces resulta irreparable.


09. Los doctores Edwin Bixenstine, Margaret DeCorte y Barton Bixenstine, los psicólogos que llevaron a cabo la investigación, sugieren que sus hallazgos demuestran que "la creciente disposición de un niño a ratificar el comportamiento antisocial aprobado por sus semejantes...[se debe a]...Una intensa desilusión con la sinceridad, fuerza, sabiduría, importancia, buena voluntad y rectitud de los adultos. No es que otros niños alejen al niño de los padres; más bien se trata de que él, al menos durante un tiempo, se aleja de los adultos".


10. En toda exageración hay un fragmento de verdad que se embellece y exhibe.


11. La intimidad es una vía de doble dirección. Si los padres no quieren fomentar la mentira, no solamente tendrán que ser francos en cuanto a su propia necesidad de intimidad, también deberán tener la misma cortesía con sus hijos. Una de las grandes tensiones entre padres e hijos es la necesidad creciente del hijo de ser cada vez más independiente, y por tanto guardar más secretos, y la necesidad igualmente fuerte pero opuesta que los padres tienen de proteger, controlar y guiar.


12. A pesar del importante papel que juega la mentira, muy pocas personas se han puesto a pensar seriamente en su naturaleza. Pocas personas han pensado mucho sobre la mentira y el por qué y el cuándo mienten. La mayoría de nosotros mentimos con más frecuencia de la que pensamos y pensamos aún menos en qué influencia pueden tener estas mentiras sobre nuestros hijos. La mayoría de padres descubre que no están preparados cuando se enfrentan con la primera mentira grave de su hijo.


13. Muy pocas personas, tanto niños como adultos, se sienten culpables por las mentiras triviales. Cuando el mentiroso piensa que la mentira no hará daño a nadie, ni siquiera a la persona a quien va dirigida, la culpabilidad está relativamente ausente. Incluso cuando la mentira tenga consecuencias importantes, los mentirosos no se sienten culpables si se ha autorizado la mentira.


14. Los padres realmente son el modelo vivo más importante para el niño, sobrepasando incluso al poderoso profesor, que desaparece con la llegada de las vacaciones de verano. Los investigadores siguen descubriendo que uno de los factores de predicción principal para las mentiras infantiles es la actitud paterna con respecto a las mentiras.


15. El presumir o exagerar es otra de las mentiras más comunes tanto en niños como en adultos. El motivo es el mismo: aumentar la propia condición o categoría, aparecer ante los demás como más importante, glamoroso y estimulante.


16. En cierto sentido, es incorrecto decir que el motivo de su mentira es evitar el castigo. Su motivo es en realidad obtener una recompensa o beneficio y el mentir es simplemente una parte de lo que se necesita para poderlo conseguir.


17. Los niños de todas las edades que he estudiado dicen que el evitar el castigo es la principal razón por la cual ellos y otros chicos mienten. Los padres y los profesores también creen que la evitación del castigo es la razón más frecuente por la cual mienten los niños. Este es uno de los hallazgos más claros de los estudios científicos sobre las mentiras. El evitar el castigo también es un motivo común para los adultos. La mayoría de ladrones, estafadores y espías mienten para ocultar sus actos.


18. Puede que no exista sentimiento de culpa cuando el mentiroso cree que todo el mundo miente. Eso es lo que dicen algunos preadolescentes. Aunque no existen pruebas científicas que lo confirmen, sospecho que ésta es una de las razones por las cuales los adolescentes tienen más éxito en sus mentiras. Se sienten menos culpables por mentir a sus padres o profesores. El rechazar los valores paternos -una manera de rebelión-, el darse cuenta de los pies de barro de las figuras de autoridad, es algo común en muchos adolescentes. Para algunos, la mentira puede ser una forma de establecer su propia identidad, de separarse y de conseguir independencia -una fase necesaria de la adolescencia.


19. Cuando un niño miente para evitar el castigo, el cómo nos sentimos los padres depende de lo que haya hecho el niño (el "delito" del niño, por decirlo de algún modo), qué infracción esconde la mentira del niño y, naturalmente, la edad del niño. Hay varias cosas a tener en cuenta: ¿Es responsable el niño o la niña de lo que hizo? ¿Fue una elección deliberada, hizo algo el niño que él sabía que los padres consideran incorrecto? ¿Qué daño se ha hecho? ¿Salió alguien perjudicado? ¿Se dañó algún tipo de propiedad? ¿Se violó algún principio importante? ¿La mentira empeoró el hecho? Si el niño no hubiera mentido, ¿Habría sido menor el daño?


20. Hay dos períodos concretos que parecen ser especialmente cruciales. Uno es sobre los tres o cuatro años, cuando los niños empiezan a ser capaces de contar deliberadamente una mentira. Ésta es una buena época para los padres para empezar a educar a sus hijos sobre el tema de la mentira. Como hemos visto, lo que el niño puede comprender a esta temprana edad es muy diferente de lo que será posible más adelante. La adolescencia es el otro período crucial. Algunas de las pruebas sugieren que el hecho de mentir, así como la influencia de los compañeros, llega a su pico en la adolescencia y puede que después disminuya. Yo creo que en gran parte dependerá de cómo sepan tratar los padres la necesidad de intimidad del adolescente y de si pueden otorgar a su hijo adolescente un poder y responsabilidad cada vez mayor sobre nuevas parcelas de su vida.


21. Cuando los chicos se están planteando si hacen trampa en un examen escolar, o cuando los adultos están pensando engañar en su declaración de renta o a su cónyuge, normalmente exponen el tema en términos de romper una regla, no en términos de mentir. La mentira es algo que habrá que hacer si decidimos engañar, una función necesaria del hecho de ser un ladrón, un estafador o un adúltero. Algunos niños piensan que el engaño en sí mismo no es una mentira, pero sí lo es si lo niegas cuando te piden una explicación. En mi opinión, las dos cosas deben considerarse mentiras. El que engaña esconde la fuente real de información, y la presenta de manera falsa como suya propia. El negar que se ha engañado es una segunda mentira. El negar el engaño es un intento de evitar ser castigado, mientras que el engaño normalmente es un intento de conseguir la recompensa resultante de una buena nota.


22. Las mentiras son uno de los temas cruciales de la vida familiar. Imagínese lo complicado y penoso que sería si nunca pudiéramos confiar en lo que la gente nos dice. Resultaría imposible si tuviéramos que comprobar y verificar todo lo que nos cuentan. Debemos confiar en lo que la gente nos dice; esto es, hasta que descubrimos una mentira. Entonces aprendemos a no confiar. Ese conocimiento puede causar estragos en las relaciones íntimas.... No es que todo el mundo diga siempre la verdad, o que siempre tengamos la necesidad de saberlo. La buena educación a menudo requiere un poco de invención. "Ha sido una comida deliciosa, pero me siento demasiado lleno para repetir", dice el invitado cuando la anfitriona no es muy buena cocinera. "Sentimos no poder venir, es que no hemos podido conseguir una canguro", se disculpan los vecinos cuando la auténtica razón es que quieren evitar lo que creen va a ser una aburrida velada. El tacto suele precisar evasivas, adornos y a veces decir algo que es totalmente falso.


23. Después reflexioné sobre nuestra vida cotidiana. ¿Practicábamos lo que predicábamos? Durante la semana siguiente al descubrimiento de la mentira de Tom observé atentamente mi propio comportamiento. Me pillé a mí misma diciendo ocho mentiras, dos de ellas a mis hijos. Eran del tipo de mentira que no es importante -de hecho, muchas personas opinarían que no se trataba tan siquiera de mentiras-. Por ejemplo, le dije al vendedor de aspiradoras que llamó a la puerta que acababa de comprar una nueva. Le dije a la chica que vigilaba el parquímetro que acababa de entrar en la tienda en ese preciso instante. Y le dije a mi madre por teléfono que me encantaba la blusa que me había enviado para mi cumpleaños aunque, en realidad, me parecía horrible. Las mentiras que les conté a mis hijos eran, pensé yo, inofensivas. Le dije a mi hija de seis años (en broma) que era diez años más joven de lo que soy, aunque no suelo mentir acerca de mi edad, y le dije a mi hijo que cuando yo era adolescente mi hora límite de llegar a casa eran las diez y media, cuando en realidad no recuerdo la hora exacta. Estas mentiras fueron simplemente de conveniencia. No gané nada, o bien poca cosa, contándolas, y podría haber dicho tranquilamente la verdad sin consecuencias graves. Eran mentiras que no tenía necesidad de contar. Aún peor, ni siquiera me di cuenta que las decía hasta que me puse a observar mi propia conducta.

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