Frases de Brujerías

Brujerías

7 frases de Brujerías (Wyrd Sisters) de Terry Pratchett... Libro de Terry Pratchett.

Frases de Terry Pratchett

Frases de Brujerías Terry Pratchett

01. La verdad es que ningún dios juega al ajedrez. Les falta imaginación. Los dioses prefieren juegos más sencillos y salvajes, donde uno no expande su intelecto sino que se va a la porra directamente. Para comprender toda religión es imprescindible saber que a los dioses les divierte ver a las niñas saltando a la comba con alambres de púas.


02. La Muerte inclinó el cráneo hacia un lado, como si escuchara alguna voz interior. La capucha se le deslizó hacia atrás, y el difunto rey advirtió que la Muerte parecía un esqueleto bien pulido en todo excepto en un detalle. Sus órbitas oculares tenían un brillo azul celeste. Pero Verence no tuvo miedo. No sólo porque es muy difícil tener miedo cuando los pedazos necesarios para tener miedo están tendidos en el suelo a varios metros de distancia, sino porque no había tenido miedo de verdad en toda su vida, y no estaba por la labor de empezar ahora. Esto se debía en parte a que no tenía imaginación, y en gran medida a que era uno de esos escasos individuos concentrados en el momento. La mayoría de la gente no lo es. Viven sus vidas como una especie de borrón en torno al punto donde se encuentra su cuerpo, anticipándose al futuro o aferrándose al pasado. Suelen estar tan preocupados con lo que sucederá que sólo averiguan lo que sucede cuando ya ha sucedido. Así son la mayor parte de las personas. Aprenden a tener miedo porque no saben lo que va a suceder. Y ya les está sucediendo.


03. Era de esas noches en que los dioses mueven a los hombres como si fueran peones, en el tablero de ajedrez del destino. En medio de la tormenta, una hoguera brillaba entre los arbustos empapados, como la locura en los ojos de una comadreja. Iluminaba a tres figuras encorvadas. El caldero burbujeaba.


04. La magia pura es invisible, pero crepita de cumbre en cumbre, y se entierra en las montañas.


05. De repente, la vida no valía la pena. El hecho de no estar vivo no lo animaba en absoluto.


06. Los demonios eran como genios, o como profesores de filosofía: si no formulabas la pregunta con toda precisión, les encantaba darte respuestas perfectamente precisas y falsas.


07. (...) Tenía un cerebro que funcionaba como un reloj y, como en un reloj, de vez en cuando le daban las horas.

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