25. Los rusos siempre acabamos igual. Puede que esa capacidad para ver nuestros propios defectos sea un rasgo positivo de nuestra naturaleza, pero exageramos y nos consolamos con la ironía, que tan pronto acude a nuestros labios.
26. No serán nunca las escuelas las que civilizarán a nuestro pueblo. Lo que necesita el pueblo es un sistema económico en que aumente su riqueza, tenga más tiempo libre y entonces ya vendrán las escuelas.
27. La mujer es un tema inagotable: por más que la estudie uno, siempre encuentra algo nuevo. -Entonces más vale no estudiarlas. -No. Un matemático ha dicho que el placer no consiste en encontrar la verdad, sino en buscarla.
28. No le gustaban las contradicciones, y mucho menos que se saltara continuamente de un tema a otro, sacando a colación argumentos nuevos que no tenían relación entre sí, de manera que uno no sabía a cuál responder.
29. No te imaginas lo que he sufrido esperándote. Pienso que no soy celosa. No lo soy. Te creo cuando estás aquí conmigo. Pero cuando te vas a algún lugar tú solo y te entregas a esa vida que no comprendo...
30. Creo que ninguna actividad puede ser duradera si no está basada en el interés personal. Esto es una verdad general, filosófica -sentenció, subrayando la palabra "filosófica" como para demostrar que él también, como los demás, tenía derecho a hablar de filosofía.
31. Difícil es que un hombre descontento se abstenga de atribuir a alguno la causa de aquel. Lievin pensaba con tristeza que si la culpa no era de su esposa (no podía acusarla), sería por lo menos de su educación, demasiado superficial y frívola.
32. En mi opinión ninguna actividad puede tener efectos duraderos si no se basa en el interés personal. Es una verdad general, filosófica -prosiguió, repitiendo con determinación la palabra "filosófica", como si quisiera demostrar que tenía tanto derecho como cualquier otro a hablar de esa cuestión.
33. No tardó en darse cuenta de que el cumplimiento de su deseo sólo le había proporcionado un grano de la montaña de felicidad que había esperado. Esta constatación le demostró la eterna equivocación de quienes esperan encontrar la felicidad en el cumplimiento de todos sus deseos.
34. Con el injusto sistema de explotación de las tierras vigente en Rusia, el ferrocarril, que respondía a una necesidad política, no económica, era un fenómeno prematuro, ya que, en lugar de favorecer la agricultura, como se esperaba, había supuesto un freno y un impedimento, fomentando, en cambio, el desarrollo de la industria y del crédito.
35. Cualquiera que fuere nuestra suerte, a nosotros la debemos, y ninguno de los dos se arrepentirá; pero no, ellos entienden que han de enseñarnos a vivir, siendo así que no tienen la menor idea de la felicidad. No saben que sin este amor no habría para mí alegrías ni dolores en este mundo y que ni aun la vida existiría.
36. Es muy posible que mis palabras, te lo repito, te parezcan inútiles e inoportunas, y tal vez sean resultado de un error por mi parte, en cuyo caso te ruego que me dispenses; pero si comprendes tú misma que mis palabras tienen algún fundamento, te suplico que reflexiones, y si el corazón te lo dicta así, que me hables con toda franqueza.
37. Cuando comprendes que hoy o mañana te vas a morir y que todo desaparecerá, ya nada tiene valor. Por muy importante que considere mi idea, en el fondo no deja de ser tan intrascendente, aunque se llevara a cabo, como seguir el rastro de esta osa. Y así pasamos la vida, distrayéndonos con la caza y con el trabajo, para no pensar en la muerte.
38. De la misma manera que en un animal el desarrollo exclusivo y prematuro de un órgano perjudicaba su crecimiento general, el crédito, los medios de comunicación, el aumento de las fábricas -acontecimientos necesarios en Europa, pues había llegado su momento -, en Rusia estaban perjudicando el desarrollo general de la riqueza, al eludir la cuestión fundamental y urgente: la organización de la agricultura.
39. Cuando dos personas inteligentes discuten, después de grandes esfuerzos y de una cantidad ingente de sutilezas lógicas y de palabras, acaban dándose cuenta de que todos esos prolijos argumentos sólo han servido para demostrar algo que sabían desde el principio. En el fondo, todo se reducía a una cuestión de preferencias, que no querían revelar para que el contrario no las pusiera en tela de juicio.
40. Ya se disponía a entrar en la habitación del niño cuando se acordó de lo que se había ocultado a sí mismo. Era lo siguiente: si la demostración principal de la divinidad consiste en la revelación de lo que es el bien, ¿Por qué esa revelación se limitaba a la Iglesia cristiana? ¿Qué relación tenían con esa revelación las creencias de los budistas y de los mahometanos, que también predicaban y hacían el bien?
41. (...) Eres un hombre de una pieza. Y ésa es tu mayor cualidad y tu mayor defecto. Debido a la integridad de tu carácter, querrías que la vida se basara en los mismos principios, pero no sucede así. Desprecias la labor del estado, porque te gustaría que cualquier actividad humana tuviera un fin determinado, y eso no suele suceder. También querrías que todos nuestros actos tuvieran siempre un fin, que el amor y la vida conyugal fueran una misma cosa. Y están lejos de serlo.
42. La conversación que había entablado con su hermano sobre el comunismo, que tan a la ligera se había tomado en su momento, ahora le hizo reflexionar. Consideraba absurda una reforma de las condiciones económicas, pero siempre había sido consciente del contraste injusto entre su desahogada posición y la miseria del pueblo. Y ahora determinó que, para sentirse completamente justo, aunque siempre había trabajado mucho y vivido sin lujos, trabajaría todavía más y llevaría una vida aún más sencilla....
43. Le habría sido imposible explicar qué concatenación de ideas le había llevado a sonreír. Pero la conclusión final era que su marido, al expresar su admiración por su hermano y proclamarse inferior a él, no era sincero. (...) Sabía que esa falta de sinceridad de su marido se debía al cariño que profesaba a su hermano, a la mala conciencia que sentía por ser demasiado feliz y, sobre todo, a ese deseo constante de ser mejor. Le gustaba ese rasgo: por eso había sonreído.
44. Estaba escribiendo un capítulo nuevo sobre las causas del lastimoso estado de la agricultura en Rusia. Demostraba que la pobreza del país se debía no sólo a la desigual distribución de las tierras y a una dirección equivocada; en los últimos tiempos también había contribuido a ese estado de cosas una civilización ajena injertada de manera artificial en el país, sobre todo los medios de comunicación y el ferrocarril, que habían favorecido la centralización en las ciudades, el aumento del lujo, y, como consecuencia, el desarrollo de las industrias fabriles, el crédito y su compañera, la bolsa, en detrimento de la agricultura. Creía que, si la riqueza del Estado seguía un desarrollo normal, todos esos fenómenos no debían surgir hasta que se lograran avances significativos en la agricultura, hasta que alcanzara una dirección acertada, o al menos definida.
45. ¿Cuáles son sus principales pecados? -añadió sin la menor interrupción, como si tratara de no perder tiempo. -Mi principal pecado es la duda. Dudo de todo. Apenas hay momentos en que no me asalten las dudas. -La duda es propia de la flaqueza humana -repitió el sacerdote-. ¿Y de qué duda usted principalmente? -De todo. A veces hasta de la existencia de Dios -dijo Levin sin querer y se asustó de la inconveniencia de sus propias palabras. Pero, por lo visto, al sacerdote no le causaron ninguna impresión. - ¿Qué dudas puede haber de la existencia de Dios? -se apresuró a preguntar con una sonrisa apenas perceptible. Levin guardaba silencio-. ¿Qué dudas puede tener usted de la existencia del Creador cuando contempla usted sus obras? -prosiguió el sacerdote, con su habla rápida y monótona-. ¿Quién adornó con estrellas la bóveda celeste? ¿Quién ornó la tierra con todas sus bellezas? ¿Cómo podrían existir todas esas cosas sin el Creador? -concluyó, con una mirada inquisitiva. Pero éste se dio cuenta de que sería improcedente entablar una discusión filosófica con un sacerdote, por eso se limitó a responder estrictamente a lo que le había preguntado. -No lo sé.