01. ¡Amada libertad! ¿Y de qué sirve si no es don que consagra la alegría?
02. Nutre mi alma en libertad y puros pensamientos: sea entonces tu amor mi guía, alivio y esperanza.
03. ¡No permanezcas a mis ruegos muda! Que estoy más desolado que, en su nido, el ave a la que cubre blanca nieve.
04. El agua se ondeaba, pero ellas mostraban una más viva alegría. ¿Cómo, si no feliz, será un poeta en tan clara y gozosa compañía?
05. La tierra y el mar se entregan a la felicidad, y a mediados de mayo cada animal se siente alegre. ¡Tú, hijo de esa alegría, grita a mi alrededor, quiero oírte gritar, oh, pastor feliz!
06. ¿Qué hogar me acogerá? ¿Entre qué valles tendré mi puerto? ¿Bajo qué arboleda construiré mi morada? ¿Qué hondo río me dará la canción de su murmullo? La tierra está ante mí. Con corazón alegre y sin temer la libertad.
07. No era ficción de tiempos remotos: una piedra de azul celeste, al fondo del barranco sin sol, muestra aún claramente las pisadas que los pequeños elfos, en la escena pulida dejaron, al danzar con brillante cortejo (... ).
08. No deja de sentirse en el alma turbada tu benigna influencia; y tal vez en la entraña marmórea de la tierra, donde sufren tormento espíritus que lloran gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.
09. ¡Oh ruiseñor! Tú eres de ardiente corazón: tus notas nos penetran, nos penetran, tumultuosa, indómita armonía. Cantas como si el dios del vino te dictara un mensaje de sátira amorosa: una canción de burla y de desprecio a la sombra, al rocío y a la noche callada y a la ventura firme y a todos los amores que descansan en esos tranquilos bosquecillos.
10. Cuando medito a solas en el hombre, en la naturaleza, en esta vida, veo alzarse ante mí series de imágenes que acompaña un resquicio de delicia pura, sin mezcla de tristeza. Y soy consciente de afectuosos pensamientos y de gratos recuerdos que sosiegan el alma que desea sopesar el bien y el mal en nuestra condición. A estas emociones -sobrevengan por una circunstancia sólo externa o de un impulso propio del espíritu- quisiera dedicar copiosos versos.