Frases de Thomas Mann - Página 3

01. (...) Tales etapas en el curso del año, como la fiesta de Navidad, se les aparecían como puntos de descanso, como una especie de "columpios" gracias a los cuales se podía uno balancear y dar vueltas sobre los intervalos vacíos. "La montaña mágica" (1924)

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02. ¡Un ingeniero naval! ¿Sabe que su persona se agranda ante mis ojos? Puedo verle como el representante de todo un mundo: el del trabajo y el genio práctico. "La montaña mágica" (1924)

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03. No hay que desposeer a los humanistas de su función de educadores..., no se les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios de una tradición: la de la dignidad y belleza humana. En otras épocas, los humanistas reemplazaron a los sacerdotes que, en tiempos turbios y antihumanos, pudieron arrogarse la dirección de la juventud. Desde entonces, señores, no ha surgido otra clase de educador. "La montaña mágica" (1924)

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04. (...) La enseñanza humanística (puede considerarme si lo desea un espíritu retrógrado, mi querido ingeniero) in abstracto me parece algo imprescindible... "La montaña mágica" (1924)

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05. Señores, el lazo histórico entre el humanismo y la pedagogía explica el lazo psicológico que existe entre ambas. No hay que desposeer a los humanistas de su función de educadores..., no se les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios de una tradición: la de la dignidad y belleza humana. "La montaña mágica" (1924)

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06. (...) Cada palabra que sale de su boca es tan redonda y apetitosa que, cuando le escucho, me hace pensar en panecillos calientes. "La montaña mágica" (1924)

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07. Los niños contemplan para admirar y admiran para aprender y desarrollar lo que llevan por herencia. "La montaña mágica" (1924)

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08. Un alma sin cuerpo es tan inhumana y atroz como un cuerpo sin alma. Por otra parte, lo primero es una rara excepción y lo segundo es lo corriente. "La montaña mágica" (1924)

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09. ¿Pero qué era el humanismo? El amor de los hombres, nada más, y por eso mismo el humanismo no era otra cosa que una política, una actitud de sublevación contra todo lo que mancha y deshonra la idea del hombre. "La montaña mágica" (1924)

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10. (...) Se trata nada menos que de mi amor por ti, ese amor que se apoderó de mí en el instante en que mis ojos te vieron, o más bien, que reconocí cuando te reconocí a ti, y es él evidentemente el que me ha conducido a este lugar... ¡Qué locura! ¡Oh! El amor no es nada si no es la locura. "La montaña mágica" (1924)

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11. El hombre no debe dejar que la muerte reine sobre sus pensamientos en nombre de la bondad y del amor. "La montaña mágica" (1924)

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12. Mi corazón late con fuerza y sabe por qué. No late solamente por razones físicas, no late por la misma razón que las uñas de un cadáver continúan creciendo, late humanamente, y en verdad se siente feliz. "La montaña mágica" (1924)

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Autores relacionados

Franz Kafka Hermann Hesse

Thomas Mann

Thomas Mann
  • 6 de junio de 1875
  • Lubeca, Schleswig-Holstein, Alemania
  • 12 de agosto de 1955
  • Zurich, Suiza

Escritor, novelista y crítico alemán, autor de "Los Buddenbrook" (1901), "Un momento de felicidada" (1904), "La muerte en Venecia" (1911), "La montaña mágica" (1924) y "Doktor Faustus" (1947).

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