01. Como en general el opio aumenta mucho la actividad de la mente, por fuerza aumentará también el modo particular de dicha actividad, que nos permite construir con la materia prima del sonido orgánico un refinado placer intelectual. Pero me dice un amigo, para mí la sucesión de notas musicales es, como una serie de caracteres arábigos, no me inspira ideas de ninguna clase. ¿Ideas, mi querido señor? No es el momento de tenerlas: todas las ideas que surgen en tales casos disponen del idioma de los sentimientos representativos.
02. (...) Varios fabricantes de telas de algodón me comunicaron que sus obreros contraían rápidamente el hábito del opio, hasta el punto de que los sábados por la tarde los mostradores de las boticas estaban cubiertos de píldoras de uno, dos o tres granos, en previsión de la demanda esperada para esa noche. La causa inmediata de tal costumbre eran los bajos salarios, que entonces no permitían a los obreros regalarse con cerveza o licores: se pensaba que al aumentar los salarios cesarían esas prácticas, pero se me hace difícil creer que nadie que haya gustado los divinos placeres del opio pueda luego descender a los goces groseros y mortales del alcohol.