01. El yo, tantas veces repetido, es impenetrable: forma por sí mismo un todo completo perfectamente limitado; lo cual es una prueba de su esencial unidad. Este aserto, corno hecho, es indiscutible; pero esta impenetrabilidad no es más que la expresión subjetiva de la del organismo. Es que un organismo determinado no puede ser de modo alguno otro organismo, como un yo no puede ser otro yo.
02. Los estados afectivos, unidos a la nutrición, son en los primeros años del niño el único elemento, por decirlo así, de su personalidad naciente. De ahí proceden el bienestar o malestar, deseos y aversiones.
03. A medida que uno se aleja de la infancia, disminuye el papel preponderante de la nutrición, pero no pierde jamás sus derechos, porque, entre todas las propiedades del ser vivo, sólo ella es fundamental.