01. ¿Fuimos nosotras las que ordenamos que la mujer estuviera sometida al hombre aun siendo menos inteligente que nosotras, más rudo y más estúpido? Sin embargo, podemos gobernarlos mejor que nadie, y esclavizarlos a nuestra voluntad. Somos un misterio para esas criaturas groseras, y en nuestro misterio se basa nuestro poder. Los hombres nos temen y nos adoran a la vez, pues somos más sutiles, mucho más listas y tenemos la fuerza de la tierra en nuestra carne y nuestro espíritu. Nadie supera a la mujer cuando engaña sutil y deliberadamente, por eso nos reímos de ellos en nuestro interior.
02. El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios [la ley natural], de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben estos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con que nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga. Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres, y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales.
03. Siempre había una guerra. Siempre había un enemigo en alguna parte del mundo que había que aplastar (...) Denle guerra a un nación y estará contenta de renunciar al sentimiento de libertad (...) En los días en que América [del Norte] era una nación libre, sus padres deben haberles enseñado la larga tradición de libertad y orgullo en su país. Sus profesores tienen que haberles enseñado, y sus pastores, sus rabinos y sus sacerdotes. La bandera, en un momento, debe haber significado algo para ellos. La Constitución de los Estados Unidos, la Declaración de la Independencia: seguramente habría entre ellos quienes recordarán. ¿Por qué entonces permitieron que la Constitución se pusiera fuera de la ley? ¿Por qué desviaron sus miradas cuando sus artículos, uno por uno, fueron devorados por las ratas? ¿No hubo una sola hora en la que se sublevaron como hombres en sus corazones y levantaran la voz en protesta? (...) Todo empezó tan casualmente, tan fácil y tantas palabras grandilocuentes. Comenzó con el uso odioso de la palabra "seguridad" (...) ¿Por qué han estado tan ansiosos de creer que cualquier gobierno resolvería los problemas por ellos, los cuales habían sido resueltos una y otra vez tan orgullosamente por sus padres?