01. (...) Vale que el barco existe porque un rico ha soltado el dinero para construirlo. Pero ¿Se movería sin marineros y fogoneros? Allá, en el mar, hay millones de cangrejos. Por ejemplo, se han hecho muchos preparativos y para ello algún rico ha soltado la pasta, de acuerdo. Pero, si nosotros no trabajamos, ¿Va a ir un solo cangrejo al bolsillo del rico? ¿Entendéis? ¿Cuánto dinero habremos ganado nosotros trabajando este verano? Los ricos, con este barco, se sacan entre cuatrocientos mil y quinientos mil yenes limpios por barba. ¿Y de dónde sale ese dinero? De cero no se saca nada. ¿No lo comprendéis? Todo se debe a nuestra fuerza. O sea que ahora no pongáis esa cara sombría de moribundos. Tenemos que ser muy orgullosos. En el fondo son ellos los que nos tienen miedo a nosotros. No os acojonéis.
02. Un estudiante empezó a golpearse suavemente la frente con el revés de la mano, manchada de restos de cangrejo. Al cabo de un rato cayó hacia atrás. El montón de latas vacías que estaban apiladas a sus espaldas se le derrumbaron encima con gran estruendo, casi enterrándolo. (...) Sus compañeros se disponían a llevar al estudiante hacia la escotilla, pero toparon con el patrón, que justo en ese momento bajaba hacia la factoría silbando. Los miró y dijo: - ¿Quién ha parado el trabajo? - ¿Quién? -le imitó un estudiante tosiendo como si fuera a romperse el pecho. - ¿Quién es este imbécil? ¡Venga, repítelo otra vez! -el patrón sacó una pistola del bolsillo y la hizo girar como si fuera un juguete. De repente, torció la boca, se estiró y soltó una gran carcajada. - ¡Traed agua! Cogió un cubo de agua y lo vació sobre el estudiante, que había quedado tendido boca abajo en el suelo como si fuera una traviesa de ferrocarril. -Se pondrá bien. No te metas en lo que no es asunto tuyo, ¡Y vuelve al trabajo cagando leches! Al día siguiente, cuando los obreros bajaron a la factoría, vieron al estudiante del día anterior atado a la columna de un torno. Tenía el cuello doblado sobre el pecho igual que un pollo desnucado. Justo en la nuca se le marcaba claramente la protuberancia redonda de una de las vértebras superiores. En el pecho, a modo de babero infantil, llevaba un cartón escrito a mano con una letra que era claramente la del patrón: "Éste es un traidor que se hace pasar por enfermo. Está prohibido desatarle la cuerda".