Frases de Sor Juana De La Cruz - Página 2

01. Y aunque es la virtud tan fuerte, temo que tal vez la venzan. Que es muy grande la costumbre y está la virtud muy tierna.

+ Frases de Costumbre


02. Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?

+ Frases de Pecho


03. Que aunque dejas burlado el lazo estrecho que tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho si te labra prisión mi fantasía.

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04. Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo.

+ Frases de Pecado


05. Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.

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06. Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones vía que con palabras no te persuadía, que el corazón me vieses deseaba.

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Benito Juárez Félix Lope De Vega Octavio Paz

Sor Juana De La Cruz

Sor Juana De La Cruz
  • 12 de noviembre de 1651
  • San Miguel Nepantla, Tepetlixpa, Estado de México, México
  • 17 de abril de 1695
  • Ciudad de México, México

Religiosa católica, poeta y dramaturga mexicana, apodada "El Fénix de América" o "La décima Musa" por la importancia de su obra.

Sobre Sor Juana De La Cruz

Juana Inés de la Cruz nació en un pueblo del valle de México, de madre criolla Isabel Ramírez y padre militar español, Pedro Manuel de Asbaje.

De pequeña aprendió Náhuatl (lengua uto-azteca hablada en México y América Central) y a leer y escribir castellano promediando los tres años.

Gracias a la frondosa biblioteca del abuelo, Juana Inés de la Cruz leyó a los clásicos griegos y romanos y la teología del momento, aprendió latín en forma autodidacta.

En 1665, admirada por su talento y precocidad, fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo.

Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.

En 1667, Juana Inés de la Cruz ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México, pero al poco tiempo tuvo que abandonar por problemas de salud.

Dos años más tarde entró en la Orden de San Jerónimo, permaneciendo ahí por el resto de su vida y siendo visitada por las personalidades más ilustres de la época.

Tuvo varios inconvenientes por su actividad como escritora, hecho que estaba mal visto en la época y que Juana Inés de la Cruz siempre defendió, reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje.

Poco antes de su muerte, fue obligada por su confesor a deshacerse de su biblioteca y su colección de instrumentos musicales y científicos para no tener problemas con la Santa Inquisición, muy activa en ese tiempo.

Muere por una epidemia de cólera a los cuarenta y tres años, mientras ayudaba a sus compañeras enfermas.

El surgimiento de Sor Juana De La Cruz a fines del siglo XVII fue un milagro cultural y toda su vida fue un constante esfuerzo de porfiada superación personal e intelectual.

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