01. (...) Nunca había viajado con la vertiginosa rapidez de entonces; siempre había tenido la ilusión de montar a caballo para correr, correr de manera desenfrenada; pero jamás imaginó, naturalmente, que el aire fuese allá en lo alto de tan deliciosa frescura ni que se aspiraran tan olorosas fragancias, emanadas de la tierra humedecida y de los pinares resinosos. Esto era como volar por encima de las penas.
02. Cosa extraña, Nils, el guardador de patos, aquel muchacho no había sentido nunca amor por nada ni por nadie, no había querido jamás a su padre ni a su madre, ni al maestro de escuela ni a sus camaradas de clase, él que nunca había sentido amor. Ahora ellos eran los únicos seres con los cuales había podido entenderse un poco...
03. Yo quisiera saber, continuaba diciendo en voz muy baja, voz de misterio, si hay alguien capaz de explicarme por qué se experimenta aquí, en este sitio, esta nostalgia, nostalgia que he sentido todos los días de mi vida y que se insinúa en el pecho de todos los moradores de la isla. Yo quisiera saber si alguno ha comprendido que esta languidez proviene, simplemente, de que la isla entera es una mariposa que suspira por sus alas...
04. Lo que yo quisiera saber es si los campesinos que habitan allá, en la llanura, y los pescadores del arenque, y los comerciantes de Borholm, y los bañistas que vienen todos los veranos, y los viajeros que recorren las ruinas del castillo de Borholm, y los cazadores que en otoño vienen a cazar perdices, y los pintores que se instalan en esta cumbre y pintan los corderos y los molinos de viento; yo quisiera saber, repito, si alguno de éstos ha comprendido alguna vez que esta isla fue una mariposa que voló por los aires con sus grandes alas brillantes.
05. (...) En premio a tu piedad has merecido lo que toda tu estirpe viene anhelando desde el día de la creación. Cuando el pajarillo volvió a su nido, le gorjearon sus pequeños: ¡Tu pecho es rojo, las plumas de tu garganta son más rojas que las rosas! Esto no es más que una gota de sangre de la frente de ese desgraciado. Desaparecerá en cuanto me bañe en un arroyuelo o en una fuente -gorjeó el pajarillo por toda respuesta. Pero por más que se sumergió en el agua, el color no se borró de su pecho, y cuando crecieron sus pequeñuelos, brilló la mancha, roja como la sangre, en sus pequeñas plumas, tal como brilla aún hoy día en el pecho de todo petirrojo.
06. Allí mantuvieron los dos un largo conciliábulo, terminado el cual descendió el duende a lo largo de la caña y desapareció por la puerta.