01. La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores.
02. Se tienen muchas ideas y pocos amigos o muchos amigos y pocas ideas.
03. Lejos de abatirse el investigador novicio ante las grandes autoridades de la Ciencia, debe saber que su destino, por ley cruel, pero ineludible, es crecer un poco a costa de la reputación de las mismas.
04. Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.
05. La simpatía es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma. Por desgracia, la cara es casi siempre una careta.
06. Nos quejamos de los amigos porque exigimos de ellos más de lo que pueden dar.
07. Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento.
08. Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
09. Evita la conversación de aquellas personas cuya palabra, en vez de ser trabajo, es placer. Los grandes parlanchines suelen ser espíritus refinadamente egoístas, que buscan nuestro trato, no para estrechar lazos sentimentales, sino para hacerse admirar y aplaudir.
10. Los debiles sucumben, no por débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo sucede a las naciones.
11. Evita los amigos y protectores ricos y necios. A poco que los trates, te verás convertido en su amanuense o en su lacayo.
12. Al cavilar sobre las limitaciones del espíritu humano siéntese algo así como abatimientos de rey destronado, nostalgias y desfallecimientos de águila alicortada y prisionera.