Frases de Robert E. Howard
- 1928. Sombras rojas
- 1933. Conan el Cimmerio
- 1967. Conan el usurpador
Sombras rojas (1928)

01. La alabanza o la condena del hombre es vanidad. Sombras rojas
02. Nunca trató de analizar sus motivos y nunca titubeaba cuando su mente se decidía. Aunque siempre actuaba por impulsos, creía firmemente que todas sus acciones estaban gobernadas por razonamientos fríos y lógicos. Era un hombre nacido fuera de tiempo...Una extraña mezcla entre puritano y caballero con un toque de antiguo filósofo, y más de un rasgo de pagano, aunque la ultima afirmación le hubiera dejado mudo....Así era Solomon Kane. Sombras rojas
03. Un verdadero fanático, sus dictados eran razones suficientes para sus acciones. Sombras rojas
04. Trum, trum, trum, llegaba el incesante retumbo de los tambores: guerra y muerte (decían); sangre y codicia; ¡Sacrificio humano y humano festejo! Sombras rojas
05. (...) Fue consciente de que el aire latía a su alrededor, como la lenta e inhumana respiración de algún gigantesco monstruo invisible. Sombras rojas
06. Esa es la sabiduría de las sombras (reflexionaban los tambores), sabiduría y magia; penetra en la oscuridad para alcanzar la sabiduría; la vieja sabiduría rehuye la luz. Sombras rojas
07. ¿Cómo esta oscura sabiduría, nacida en las negras y ensangrentadas sombras de esta tierra temible, había sido entregada al hechicero? ¿Qué sacrificio fue tan placentero a los Dioses Negros, qué ritual tan monstruoso, como para darle acceso al conocimiento de este conjuro? Sombras rojas
08. El poderoso guerrero que lo enfrentaba y el inglés que observaba no podían conocer el amor animal, el odio animal que había guiado al monstruo desde las bajas y selváticas colinas del norte en pos del rastro de quien era el azote de su estirpe...El matador de su compañera, cuyo cuerpo pendía ahora del palo en el poblado indígena. Sombras rojas
09. - ¿Quién eres...Tú? -Tan sólo un vagabundo, un hombre sin tierra, pero un amigo de cualquier necesitado. Sombras rojas
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Conan el Cimmerio (1933)

01. Los hombres civilizados son menos amables que los salvajes porque saben que pueden ser más descorteses sin correr el riesgo de que les partan la cabeza. Conan el Cimmerio
02. Que los maestros, los sacerdotes y los filósofos reflexionen acerca de la realidad y la ilusión. Yo solo sé esto: que si la vida es ilusión, yo no soy más que eso, una ilusión, y ella, por consiguiente, es una realidad para mí. Estoy vivo, me consume la pasión, amo y mato; con eso me doy por contento. Conan el Cimmerio
03. (...) Tenía una resistencia de hierro y la fiera vitalidad de la naturaleza salvaje, lo que le permitía sobrevivir allí donde los hombres civilizados hubieran muerto miserablemente, a pesar de ser más sabios, corteses y refinados. Conan el Cimmerio
04. Conan estaba habituado a la vida dura y espartana de la estepa. Aunque había conocido la comodidad y el lujo en muchas ciudades del mundo civilizado, no los echaba de menos. Conan el Cimmerio
05. Conan observó que a sus pies y por toda la base del monolito se veían los restos macabros de otras víctimas esparcidos por el suelo. Los huesos y los dientes se amontonaban allí como viejos escombros... Conan el Cimmerio
06. Y poder significaba prestigio militar, pues lo único que respetaban esos salvajes era la violencia. Conan el Cimmerio
07. Aunque Conan era uno de los hombres más fuertes de su tiempo, una vez que un león clavara las garras y los dientes en su carne, esa fuerza sería tan efectiva como la de un niño. Conan el Cimmerio
08. He conocido muchos dioses. Quien niegue su existencia está tan ciego como el que confía en ellos con una fe desmesurada. Conan el Cimmerio
09. Una muralla alta y maciza rodeaba los palacios de la casta dominante, separando la Ciudad Interior de la Exterior. Los gobernantes eran descendientes de los estigios, que habían llegado al sur muchos siglos antes para crear un imperio y mezclar su soberbia sangre con la de sus vasallos negros. La Ciudad Interior estaba bien trazada; tenía calles y plazas, así como magníficos edificios de piedra y hermosos jardines. Conan el Cimmerio
10. Las tribus de la selva estaban pasando por un interminable período de sequía. Al mermar la corriente de los ríos y secarse los pozos, estalló una guerra sangrienta entre las distintas tribus negras, cada una de las cuales deseaba asegurarse las fuentes del precioso líquido. Ardieron aldeas, clanes enteros fueron aniquilados, y a continuación vino la secuela habitual de la sequía, del hambre y de la guerra: las plagas que asolaron la región. Conan el Cimmerio
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Conan el usurpador (1967)

01. Conan percibió su incertidumbre y sonrió con una mueca feroz. - ¿Quién ha de morir primero? Conan el usurpador
02. (...) Parecía un tigre rodeado de simios, y al saltar, esquivar y atacar ofrecía un blanco en perpetuo movimiento al tiempo que su hacha tejía un manto de muerte a su alrededor. Conan el usurpador
03. Las espadas gemían vengativas a su alrededor, pero la muerte solo le rozaba a una distancia de milímetros. El cimmerio se movía con cegadora velocidad. Conan el usurpador