01. (...) Otra razón por la cual se recurre tan a menudo a la sonrisa como máscara es que ella forma parte de los saludos convencionales y suelen requerirla la mayoría de los intercambios sociales corteses. Aunque una persona se sienta muy mal, por lo común no debe demostrarlo para nada ni admitirlo en un intercambio de saludos; más bien se supone que disimulará su malestar y lucirá la más amable sonrisa al contestar "Estoy muy bien, gracias, ¿Y usted?". Sus auténticos sentimientos probablemente pasarán inadvertidos, no porque la sonrisa sea una máscara tan excelente, sino porque en esa clase de intercambios corteses a la gente rara vez le importa lo que siente el otro. Todo lo que pretende es que finja ser amable y sentirse a gusto. Es rarísimo que alguien se ponga a escrutar minuciosamente lo que hay detrás de esas sonrisas: en el contexto de los saludos amables, todo el mundo está habituado a pasar por alto las mentiras. "Cómo detectar mentiras" (1985)
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02. (...) Ruth, en la ya citada novela de Updike, Marry Me, contaba con ese punto a su favor para disimular su amorío. Su engaño era difícil de llevar a cabo, Ruth habría cometido innumerables errores, pero su víctima cómplice no los hubiera detectado. Recordemos que Jerry, el esposo de Ruth, la oye hablar por teléfono con el amante de ella, y al advertir algo diferente en su tono de voz le pregunta con quién había hablado. Atrapada de improviso, Ruth responde que la habían llamado de la escuela dominical; a Jerry esto no le convence, le parece ilógico, pero no lleva su interrogatorio más allá. El autor no nos dice, pero nos insinúa, que Jerry no descubre el engaño de su mujer ya que tenía sus motivos para evitar una pelea en torno de la infidelidad conyugal: él también le escondía un amorío... ¡Y después nos enteramos que era con la esposa del amante de Ruth! "Cómo detectar mentiras" (1985)
+ Frases de Infidelidad + Pensamientos de "Cómo detectar mentiras"
03. Cuando los chicos se están planteando si hacen trampa en un examen escolar, o cuando los adultos están pensando engañar en su declaración de renta o a su cónyuge, normalmente exponen el tema en términos de romper una regla, no en términos de mentir. La mentira es algo que habrá que hacer si decidimos engañar, una función necesaria del hecho de ser un ladrón, un estafador o un adúltero. Algunos niños piensan que el engaño en sí mismo no es una mentira, pero sí lo es si lo niegas cuando te piden una explicación. En mi opinión, las dos cosas deben considerarse mentiras. El que engaña esconde la fuente real de información, y la presenta de manera falsa como suya propia. El negar que se ha engañado es una segunda mentira. El negar el engaño es un intento de evitar ser castigado, mientras que el engaño normalmente es un intento de conseguir la recompensa resultante de una buena nota. "Cómo detectar mentiras en los niños" (1991)
+ Frases de Trampa + Pensamientos de "Cómo detectar mentiras en los niños"
04. Las mentiras son uno de los temas cruciales de la vida familiar. Imagínese lo complicado y penoso que sería si nunca pudiéramos confiar en lo que la gente nos dice. Resultaría imposible si tuviéramos que comprobar y verificar todo lo que nos cuentan. Debemos confiar en lo que la gente nos dice; esto es, hasta que descubrimos una mentira. Entonces aprendemos a no confiar. Ese conocimiento puede causar estragos en las relaciones íntimas.... No es que todo el mundo diga siempre la verdad, o que siempre tengamos la necesidad de saberlo. La buena educación a menudo requiere un poco de invención. "Ha sido una comida deliciosa, pero me siento demasiado lleno para repetir", dice el invitado cuando la anfitriona no es muy buena cocinera. "Sentimos no poder venir, es que no hemos podido conseguir una canguro", se disculpan los vecinos cuando la auténtica razón es que quieren evitar lo que creen va a ser una aburrida velada. El tacto suele precisar evasivas, adornos y a veces decir algo que es totalmente falso. "Cómo detectar mentiras en los niños" (1991)
+ Frases de Responsabilidad social + Pensamientos de "Cómo detectar mentiras en los niños"
05. Después reflexioné sobre nuestra vida cotidiana. ¿Practicábamos lo que predicábamos? Durante la semana siguiente al descubrimiento de la mentira de Tom observé atentamente mi propio comportamiento. Me pillé a mí misma diciendo ocho mentiras, dos de ellas a mis hijos. Eran del tipo de mentira que no es importante -de hecho, muchas personas opinarían que no se trataba tan siquiera de mentiras-. Por ejemplo, le dije al vendedor de aspiradoras que llamó a la puerta que acababa de comprar una nueva. Le dije a la chica que vigilaba el parquímetro que acababa de entrar en la tienda en ese preciso instante. Y le dije a mi madre por teléfono que me encantaba la blusa que me había enviado para mi cumpleaños aunque, en realidad, me parecía horrible. Las mentiras que les conté a mis hijos eran, pensé yo, inofensivas. Le dije a mi hija de seis años (en broma) que era diez años más joven de lo que soy, aunque no suelo mentir acerca de mi edad, y le dije a mi hijo que cuando yo era adolescente mi hora límite de llegar a casa eran las diez y media, cuando en realidad no recuerdo la hora exacta. Estas mentiras fueron simplemente de conveniencia. No gané nada, o bien poca cosa, contándolas, y podría haber dicho tranquilamente la verdad sin consecuencias graves. Eran mentiras que no tenía necesidad de contar. Aún peor, ni siquiera me di cuenta que las decía hasta que me puse a observar mi propia conducta. "Cómo detectar mentiras en los niños" (1991)
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06. En ocasiones, es preferible engañarse. El anfitrión se sentirá mejor si sabe que su huésped lo está pasando bien en su casa, aunque eso sea falso; la esposa que quiere divertir a su marido contándole un chiste puede seguir creyendo que lo hace bien...Y todos tan felices. El falso mensaje del mentiroso no sólo puede ser más aceptable en algunos casos que la verdad, sino más útil. Si al llegar a la obra, el carpintero contesta "Estoy bien" cuando el capataz le pregunta "¿Cómo estás?", esa información puede ser más pertinente que si contesta la verdad: "Anoche tuve una pelea con mi mujer y me siento como el diablo". Su mentira comunica sinceramente su propósito de cumplir con su trabajo a pesar del disgusto personal que ha sufrido. Por supuesto, aun en estos casos benévolos se paga un precio por ser engañado: el capataz podría administrar mejor las distintas tareas que deben realizarse en la obra si conociera el malestar del carpintero ese día, la esposa podría aprender a contar mejor los chistes o a no contarlos en absoluto si supiese que su marido no se ríe de veras. Pero creo importante señalar que a veces la caza de mentiras atenta contra una relación personal, traiciona la confianza depositada en el otro, se apropia de información que, por algún buen motivo, no fue comunicada. Al menos, el cazador de mentiras debe darse cuenta de que la detección de los indicios del engaño es una insolencia: toma algo sin permiso, contra el deseo del otro. "Cómo detectar mentiras" (1985)
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07. El detector eléctrico de mentiras, o polígrafo, opera basándose en los mismos principios que la persona que quiere detectar mentiras a través de señales conductuales que las traicionen, y está sujeto a los mismos problemas. El polígrafo no detecta mentiras sino sólo señales emocionales. Sus cables le son aplicados al sospechoso a fin de medir los cambios en su respiración, sudor y presión arterial. Pero en sí mismos el sudor o la presión arterial no son signos de engaño: las palmas de las manos se humedecen y el corazón late con mayor rapidez cuando el individuo experimenta una emoción cualquiera. Por eso, antes de efectuar esta prueba, la mayoría de los expertos que utilizan el polígrafo tratan de convencer al sujeto de que el aparato nunca falla, y le administran lo que se conoce como una "prueba de estimulación". La técnica más frecuente consiste en demostrarle al sospechoso que la máquina podrá adivinar qué naipe ha extraído del mazo. Se le hace extraer un naipe y después volver a ponerlo en el mazo; luego se le pide que conteste negativamente cada vez que el examinador le inquiere por un naipe en particular. Algunos expertos que emplean este aparato no cometen errores gracias a que desconfían de él, y utilizan un mazo de naipes marcados. Justifican la trampa basándose en dos argumentos: si el sospechoso es inocente, importa que él crea que la máquina es perfecta, pues de lo contrario tendría temor de que no le creyesen; si es culpable, importa que tenga recelo de ser atrapado, pues de lo contrario el aparato no operaría en verdad. "Cómo detectar mentiras" (1985)
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08. Todo el mundo puede hacer una sonrisa, pero hay unas diferencias muy sutiles -que te puedo mostrar- entre una verdadera sonrisa de disfrutar y una sonrisa social que es la que tenemos que poner cuando en realidad no estamos disfrutando.