01. Si dios es el amo absoluto, todos los hombres son sus esclavos absolutos.
02. De todos los despotismos, el de los doctrinarios o de los inspirados religiosos es el peor. Son tan celosos de la gloria de su dios y del triunfo de su idea, que no les queda corazón ni para la libertad, ni para la dignidad, ni para el sufrimiento de los demás hombres vivientes, de los hombres reales.
03. "Amarás a dios más que a ti mismo y amarás a tu prójimo tanto como a ti mismo", lo que implica el sacrificio de sí mismo y del prójimo a dios. Pasar por el sacrificio de sí mismo puede ser calificado de locura; pero el sacrificio del prójimo es, desde el punto de vista humano, totalmente inmoral.
04. La libertad no es un hecho de aislamiento -como lo entienden los anacoretas-, sino de reflexión mutua, no de exclusión, sino al contrario, de alianza, pues la libertad de todo individuo no es otra cosa que el reflejo de su humanidad o de su derecho humano en la conciencia de todos los hombres libres, sus hermanos, sus iguales.
05. Un cristiano no es un hombre porque no respeta la dignidad humana en sí mismo, y por lo tanto no puede respetar al otro. [...] Un cristiano no tiene derecho a llamarse hombre, porque el hombre no es realmente tal más que cuando respeta y cuando ama la humanidad y la libertad de todo el mundo, y cuando su libertad y su humanidad son respetadas, amadas, suscitadas y creadas por todo el mundo.
06. Aplastado por su carga de trabajo cotidiano, privado de ocio, de comercio intelectual, de lectura, de casi todos los estimulantes que desarrollan la reflexión en los hombres, el pueblo acepta muy a menudo sin crítica y en conjunto las tradiciones religiosas que, envolviéndolo desde su nacimiento [...] se transforman en él en una suerte de hábito mental y moral más poderoso que su buen sentido natural.
07. Todos los mandamientos no se dirigen más que al individuo: no matarás (excepto en los casos en los que te lo ordene yo mismo); no robarás ni la propiedad ni la mujer ajenas (siendo considerada esta última como propiedad también); respetarás a tus padres; pero sobre todo, me adorarás a mí, el dios envidioso, egoísta, vanidoso y terrible, y si no quieres incurrir en mi cólera, me cantarás alabanzas y te prosternarás eternamente ante mí.
08. Para probar la existencia de dios, los señores teólogos se verán obligados a concederme que el mundo creado por él era perfecto en su origen; pero entonces yo les haría unas pequeñas preguntas: primero, si el mundo ha sido perfecto, ¿cómo dos perfecciones podían existir separadas la una de la otra? La perfección no puede ser más que única, no permite que sean dos, porque siendo dos, la una limita a la otra y la hace necesariamente imperfecta, de modo que, si el mundo ha sido perfecto, no ha habido dios dentro ni fuera de él, el mundo mismo era dios; otra pregunta: si el mundo ha sido perfecto, ¿cómo ha hecho para decaer? ¡Linda perfección la que puede alterarse y perderse! ¡Y si se admite que la perfección puede decaer, dios puede decaer también! Lo que quiere decir que dios ha existido en la imaginación creyente de los hombres, pero la razón humana, que triunfa cada vez más en la historia, lo destruye.