01.Cada día lo desea más mi sangre y se me agranda de amor y se me desbanda, y no llego a comprender por qué no lo he de querer si el corazón me lo manda."El labrador de más aire" (1937)
03.Coloco relicarios de mi especie a tu talón mordiente, a tu pisada, y siempre a tu pisada me adelanto para que tu impasible pie desprecie todo el amor que hacia tu pie levanto."El rayo que no cesa" (1936)
06.Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse, hambriento y sin qué comer, el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento justamente."Viento del pueblo" (1937)
07.Basta mirar: se cubre de verdad la mirada. Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas. De cada aliento sale la ardiente bocanada de tantos corazones unidos por parejas."El hombre acecha" (1939)
09.A mí me ha de enamorar, de una manera acendrada, mujer que no luzca nada sino este particular: como la tierra ha de ser de sencilla y amorosa, que así será más esposa y así será más mujer."El labrador de más aire" (1937)
10.No sé qué es de mi oreja sin tu acento, ni hacia qué polo yerro sin tu estrella, y mi voz sin tu trato se afemina. Los olores persigo de tu viento y la olvidada imagen de tu huella, que en ti principia, amor, y en mí termina."El rayo que no cesa" (1936)
11.Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma."Cancionero y romancero de ausencias" (1938)
12.En vuestra mano está la libertad del ala, la libertad del mundo, soldados voladores: y arrancaréis del cielo la codiciosa y mala hierba de otros motores."El hombre acecha" (1939)
Escritor, poeta y dramaturgo español, autor de "El rayo que no cesa" (1936), "Viento del pueblo" (1937), "El labrador de más aire" (1937) y "El hombre acecha" (1939).
Sobre Miguel Hernández
Miguel Hernández nació en el seno de una familia humilde de Orihuela, Levante español, dedicada al pastoreo.
Su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana, ayudando a su padre en la crianza y cuidado de cabras.
Entre 1915 y 1916, Miguel Hernández estudia en el centro de enseñanza "Nuestra Señora de Monserrate", luego asiste a la Escuela del Ave María.
En 1925 abandona sus estudios ante una crisis económica que atraviesa la familia, ayudando a su padre a tiempo completo.
En este contexto, Miguel Hernández aprovechó sus horas de pastoreo para seguir estudiando de manera autodidacta, convirtiéndose en un lector apasionado.
En 1930 comienza a publicar poemas en el semanario "El Pueblo de Orihuela" y en el diario "El Día de Alicante".
Un año más tarde realiza su primer viaje a Madrid con un puñado de poemas y la abnegada ayuda económica de sus amigos oriolanos, pero debe volverse al poco tiempo.
Nuevamente en su ciudad natal, Miguel Hernández continúa sus intensas lecturas y sigue escribiendo poesía, mientras sus amigos le preparan algunas actuaciones en público.
En la primavera de 1934 realiza su segundo viaje a Madrid, obteniendo rápidamente empleo como colaborador en las Misiones Pedagógicas y más tarde secretario y redactor de la enciclopedia "Los toros".
Miguel Hernández colabora además con la "Revista de Occidente" y entabla amistad con Vicente Aleixandre y Pablo Neruda.
Su poesía por entonces se hace más social y manifiesta a las claras un compromiso político con los más pobres y desheredados.
En diciembre de 1935 muere su fraternal amigo de toda la vida, Ramón Sijé, y Miguel Hernández le dedica su extraordinaria Elegía.
El estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939) hace que se aliste en el Quinto Regimiento del bando republicano, donde va pasando por diversos frentes: Boadilla del Monte, Pozuelo, Alcalá.
En marzo de 1937, Miguel Hernández contrae matrimonio en Orihuela con el amor de su vida, Josefina Manresa, volviendo al frente rápidamente.
En 1939, ante la desbandada general del frente republicano, intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas.
Comienza así la peregrinación de Miguel Hernández por diversas cárceles, hasta ser trasladado al penal de Torrijos (Toledo), de donde, gracias a las gestiones que realiza Pablo Neruda, sale en libertad inesperadamente, sin ser procesado, en septiembre de 1939.
Se traslada entonces a su pueblo natal, donde es encarcelado nuevamente en el seminario de San Miguel, convertido en prisión.
En 1942 se le declara una "tuberculosis pulmonar aguda" y la vida de Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente hasta fallecer a los treinta y un años de edad.