01. Una vez más, las medidas que se aplican tienen poca base en la realidad o la ciencia. Una vez más, grupos con otras agendas se esconden tras un movimiento que parece tener elevadas miras. Una vez más, la superioridad moral se utiliza como argumento para justificar acciones extremas. Una vez más, el hecho de que algunas personas salgan perjudicadas es considerado un mal menor porque se afirma que una causa abstracta es más importante que cualquier consecuencia humana. Una vez más, términos vagos como "sostenibilidad" y "justicia generacional" -términos sin una definición establecida- se emplean al servicio de una nueva crisis.
02. Pero el poder científico es como la riqueza heredada: se obtiene sin disciplina. Una persona lee lo que otras hicieron, y da el paso siguiente. Puede darlo siendo muy joven. Se puede progresar muy de prisa. No hay una disciplina que dure muchas décadas. No hay enseñanza impartida por unos maestros: se pasa por alto a los viejos científicos. No hay humildad ante la Naturaleza. Sólo existe la filosofía de hacerse-rico-pronto, hacerse un- hombre-rápido. Engañar, mentir, falsificar, no importa. Ni para uno ni para sus colegas. Nadie nos critica: nadie tiene pautas. Todos intentan hacer lo mismo: hacer algo grande, y hacerlo rápido.
03. Según parece, el otro acompañante de Brewster era el experto en informática. En menos de un día desde su llegada, entró en el sistema como usuario raíz e instaló puertas traseras y troyanos por todas partes. No sabemos cuántos. Intentamos eliminarlos. -También añadió varias cuentas de usuario fantasma -explicó el técnico. -Unas veinte -aclaró Sanjong-. Pero esas no me preocupan. Probablemente son solo eso, cuentas fantasmas. Si ese tipo era listo, y desde luego lo era, debió de darse acceso al sistema a través de un usuario existente, para no ser detectado. Ahora buscamos a todos los usuarios que hayan añadido una contraseña secundaria en la última semana.
04. ¿Y los troyanos? -preguntó Kenner-. ¿Cuándo se activarán? En la jerga informática un troyano era un programa de aspecto inocuo instalado en el sistema. Estaba diseñado para despertar en un momento posterior y llevar a cabo alguna acción. Debía su nombre a la manera en que los griegos ganaron la guerra de Troya: introduciendo un caballo enorme y presentándolo a los troyanos como un obsequio. Cuando el caballo estuvo dentro de las murallas de Troya, los soldados griegos que iban ocultos dentro salieron y atacaron la ciudad. Un troyano clásico era el que instalaba un empleado descontento. Borraba todos los discos duros de una empresa tres meses después de ser despedido.
05. Estos nórdicos son, según afirman ellos mismos, los mejores navegantes del mundo y vi en su actitud un gran amor por los mares y el agua. Del barco diré lo siguiente: tenía veinticinco pasos de longitud y un ancho de ocho o algo más y era de excelente construcción, hecho de madera de roble. Era enteramente negro. Contaba con una vela cuadrada de tela y con aparejos de sogas de piel de foca trenzada. El timonel iba en pie sobre una pequeña plataforma junto a la popa y manipulaba un timón fijado a un lado de la nave en el estilo de los romanos. El barco tenía bancos para remeros, pero nunca se empleaban, sino que se dependía más bien de la vela. La proa ostentaba, en lugar de mascarón, la efigie tallada en madera de un feroz monstruo marino, tal como los que se ven en otros veleros nórdicos.
06. Hubo una época en que los periodistas querían información y sus preguntas iban dirigidas a un hecho concreto. Deseaban formarse una idea precisa de una situación determinada, y se esforzaban para ver las cosas desde el punto de vista del entrevistado, para comprender de qué hablaba. Era posible que al final no estuvieran de acuerdo con uno, pero se enorgullecían de su capacidad para expresar la opinión ajena con exactitud antes de rebatirla. El tono de la entrevista no era muy personal, porque se concentraban en el hecho que querían entender. Pero ahora los periodistas tenían muy claro qué querían decir antes de empezar a investigar; veían su trabajo como una forma de demostrar lo que ya sabían. No buscaban información, sino pruebas de villanía. Por eso se mostraban escépticos ante el punto de vista del entrevistado, atribuyéndole una intención evasiva. Partían de la base de que todo el mundo era culpable a menos que se demostrara lo contrario, y trabajaban en una atmósfera de suspicacia y mal disimulada hostilidad. Abordaban su tarea de una forma muy personal: querían pisotear al entrevistado, pescarlo en el más mínimo fallo, sacar provecho de una declaración absurda o sencillamente de una frase que, fuera de contexto, lo dejara a uno como un idiota o un insensible.