Frases de Matsuo Basho - Página 4

01. De la escarcha no olvides jamás el gusto a soledad.

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02. ¡Ah hototogisu! ¡Agranda aún más mi soledad!

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03. Helando mi vientre los remos golpean las olas. Noche de lágrimas.

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04. Antes que corten los juncos del río contempla la luna.

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05. Las cigarras van a la muerte y su canto nada nos dice.

+ Frases de Cigarra


06. El mismo paisaje escucha el canto y ve la muerte de la cigarra.

+ Frases de Cigarra


07. En pleno otoño mi vecino ¿Cómo vive?

+ Frases de Otoño


08. Sueño con abrirme un camino que no siempre será fácil entre los viejos campos.

+ Frases de Camino


09. Enfermo en el viaje. Mi sueño corta el páramo.

+ Frases de Enfermo


10. Dios ausente las hojas se amontonan todo es abandono.

+ Frases de Abandono


11. La tempestad sopla el rostro de alguien empapado.

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12. ¡Vamos a contemplar la nieve hasta caer de cansancio!

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Influencias

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Matsuo Basho

Matsuo Basho

Poeta japonés, considerado el padre de los haikus de nombre real Matsuo Munefusa.

Sobre Matsuo Basho

Nacido en una familia noble, Matsuo Basho fue el segundo de los seis hermanos.

En 1653 comenzó a servir como paje del hijo de la familia poderosa donde trabajaba su padre, un samurái de rango bajo.

Matsuo Basho es el acompañante y discípulo del poeta y jefe samurái Toudou Yoshitada, quien lo prepara como Samurái.

En 1657 muere repentinamente su maestro, representando un duro golpe para Basho, que pide separarse del servicio de la familia.

Al ser rechazada su petición huye a Kioto y sólo se sabe que se dedica a leer clásicos chinos y estudiar poesía.

En 1675 se traslada a Edo (Tokyo) y entra en el círculo de haiku de Edo, conociendo a los poetas más importantes del momento.

Progresivamente va adquiriendo reputación, desarrollando su particular estilo y creando su propia escuela donde concurren muchos discípulos.

En 1680 uno de sus discípulos, Sampu, le regala una casa junto al río Sumida, trasladándose a ella y cambiando el centro artístico del momento por una vida más tranquila en el campo.

Matsuo Basho escribe en 1686 el haiku más famoso de la literatura japonesa, inspirado en un estanque, una rana y lo que produce su inmersión.

A partir de entonces realizó numerosos viajes, narrando sus experiencias.

Matsuo Basho supo elevar los haikus a una composición poética, transformándola de una expresión de intelectualidad o ingenio verbal a una intuición de la naturaleza, impregnada del espíritu del budismo zen.

Toda la obra de Matsuo Basho es un encuentro constante con la naturalidad y con la humildad del que usa los versos para avanzar en su propio camino de superación espiritual.

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