01. Todos nosotros, que vivimos en países cultos densamente poblados y hasta en grandes ciudades, ya ni sabemos qué tan carentes estamos de un general, afable y cálido amor al prójimo. Hay que haber llegado como huésped no invitado a una casa, en un país escasamente poblado, dónde varios kilómetros de malas calles separan a los vecinos entre sí, para poder evaluar qué tan hospitalario y amablemente sociable es el ser humano cuando su capacidad para el contacto social no está constantemente sobre exigida.
02. El aumento del número de personas que se aglutinan en un único grupo cultural, en conjunción con el perfeccionamiento de los medios tecnológicos para manipular a la opinión pública, conducen a una uniformización de las opiniones que no ha existido en ningún momento anterior de la historia de la humanidad.
03. Es imposible que un ser desarrolle el pensamiento conceptual, el lenguaje hablado y la conciencia moral responsable si todavía no ha tomado conciencia de la existencia de su propio ser interior.
04. El reconocimiento de una superioridad jerárquica no es ningún obstáculo para el amor. Los recuerdos deberían decirle a todo ser humano que, siendo niño, no amó menos, sino más, a aquellas personas a quienes admiró y a quienes claramente obedeció, siendo que no amó tanto a sus iguales y a quienes le estaban subordinados.
05. Seguramente el hacinamiento de masas de seres humanos en las modernas megalópolis tiene gran parte de la culpa de que ya no somos capaces de distinguir el rostro del prójimo en medio de una fantasmagoría de caras eternamente cambiantes que se superponen y se difuminan.