Frases de Kisshomaru Ueshiba - Página 3

01. Vivimos sometidos al cambio estacional, al calor y al frío, en días claros y en días lluviosos, y experimentar realmente la naturaleza supone también ser naturales y conocer la alegría y la ira, la felicidad y la tristeza. Cuando nos resistimos ante la naturaleza o la ignoramos, nos vemos incapaces de sentir verdaderamente la gama de emociones humanas, lo cual forma parte integrante de la despersonalización y deshumanización que nos aflige a todos. "El espíritu del aikido" (1987)

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02. Detrás de los avances en el conocimiento científico y tecnológico y de su correspondiente prosperidad económica se encuentra el vacío del espíritu humano. Parece que éste es el destino del hombre moderno, pues a través de la bruma de la abundancia material, de las comodidades artificiales y de la burocratización masiva de la vida vemos cómo crecen la insatisfacción y la frustración y cómo se extiende por el mundo el malestar. "El espíritu del aikido" (1987)

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03. Todos necesitamos vivir racionalmente, pero con la misma importancia necesita el hombre hacerse uno con la naturaleza y permitir que ella limpie y nutra su mente y su cuerpo. El verdadero significado del entrenamiento al amanecer y de la práctica especial de verano y de invierno puede ser el de dar a la gente una oportunidad de ponerse en contacto con ellos mismos y con la naturaleza. La práctica de las artes marciales que contienen lo mejor del budo tradicional puede suponer una vía para todos de volver a la naturaleza y encontrar sus raíces. "El espíritu del aikido" (1987)

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04. El Budo no es un medio para derribar al adversario mediante la fuerza o el uso de armas letales. Tampoco se propone conducir al mundo a la destrucción mediante las armas u otros medios ilegítimos. El verdadero Budo requiere ordenar la energía interna del universo, protegiendo la paz del mundo y moldeando y preservando en su forma justa todo lo que existe en la naturaleza. Entrenarse en el Budo equivale a fortalecer, dentro del propio cuerpo y de la propia alma, el amor a los kami, las deidades que engendran, protegen y nutren todo lo que hay en la naturaleza. "El espíritu del aikido" (1987)

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05. El cambio en la respiración, conectado con el ki del universo, interactúa e interpenetra con el conjunto de la vida. A la vez, el delicado poder de la respiración penetra en todos los rincones de tu cuerpo. Introduciéndose profundamente, le llena a uno de vitalidad y desemboca de forma natural en movimientos variados, dinámicos y espontáneos. De esta manera todo el cuerpo, incluidos los órganos internos, se une en el calor, la luz y la fuerza. Cuando se ha conseguido la unificación de la mente y el cuerpo, y se está en armonía con el universo, el cuerpo se mueve a voluntad sin ofrecer resistencia a las propias intenciones. "El espíritu del aikido" (1987)

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06. Cualquiera debería ser capaz de someter a una persona con un dedo. La fuerza humana está reducida a un círculo cuyo centro es el individuo, y no puede ir más allá de ese círculo. No importa lo fuerte que sea un hombre; una vez que se extiende más allá de su círculo, no tiene poder. Si uno intenta, fuera de su círculo de poder, someter a otro, entonces, como no tiene poder, él mismo puede llegar a ser sometido con el dedo meñique. Si uno puede moverse dentro de su círculo de poder y forzar al otro a salir fuera de su círculo, entonces el asunto está ya decidido. "El espíritu del aikido" (1987)

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07. Las antiguas artes de lucha se originaron en una época en que sólo los hombres se enfrentaban a vida o muerte en el campo de batalla, y la opinión de que el budo era un dominio particular masculino pudo alguna vez estar justificada. Pero en nuestro mundo moderno, cuando las artes marciales deberían ser el entrenamiento de la mente tanto como del cuerpo, esta visión resulta completamente anacrónica. La idea de que las artes marciales deberían reducirse sólo a los hombres descansaba en la aceptación de la violencia, pero dicha aceptación ya no es válida. El budo moderno, considerado como vía de entrenamiento de la unidad mente-cuerpo, está basado en la asunción del amor y la armonía, y de ellos es el aikido el que principalmente intenta cultivar la verdadera humanidad en un mundo pacífico. "El espíritu del aikido" (1987)

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Morihei Ueshiba

Kisshomaru Ueshiba

Kisshomaru Ueshiba
  • 27 de junio de 1921
  • Ayabe, Kioto, Japón
  • 4 de enero de 1999
  • Tokio, Japón

Contador, maestro y artista marcial japonés, hijo de Morihei Ueshiba y autor de "El espíritu del aikido" (1987).

Sobre Kisshomaru Ueshiba

Kisshomaru Ueshiba nace en Ayabe (prefectura de Kioto), siendo el tercer hijo del legendario Morihei Ueshiba (fundador del Aikido) y el único que sobrevivió a la Segunda guerra mundial (1939-1945) y a diversas enfermedades.

En 1937 comienza a entrenar con su padre, haciéndose cargo de la dirección del Kobukan Dojo en 1942 y recibiéndose de contador por la Universidad de Waseda en 1946.

Tras la rendición de Japón en agosto de 1945, Kisshomaru Ueshiba refuerza la idea de que el ejercicio del poder basado en el militarismo y el nacionalismo es un error y decide revivir al Aikido y democratiza su práctica.

Dadas las condiciones desfavorables, abandona Tokio para instalarse en Iwama durante tres años, donde entrena con su padre.

En 1967 Kisshomaru Ueshiba es nombrado presidente del Aikikai y en 1970 Aiki Doshu, siguiendo con el legado de su padre.

Su gran contribución a la disciplina fue la creación del primer currículo estándar para la difusión del arte mediante el sistema de grados Kyu-Dan dentro del Aikikai.

Kisshomaru Ueshiba muere en 1999 a los 77 años y es sucedido por su hijo Moriteru Ueshiba, nieto del fundador.

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