01. La soledad había actuado en su cerebro como un narcótico, excitándolo y estimulándolo primeramente, luego generando una languidez poblada ele vagos ensueños, viciando sus proyectos, anulando sus propósitos, impulsando toda una cabalgata de sueños a los que se sometía pasivamente, sin tratar siquiera de eludirlos. La confusa masa de lecturas y meditaciones sobre temas artísticos que había acumulado desde que se recluyó, la cual debía servir de dique para contener la corriente de viejos recuerdos, había sido repentinamente arrastrada, y la inundación avanzaba, barriendo presente y futuro, sumergiéndolo todo bajo las aguas del pasado, cubriendo su espíritu con una gran extensión de melancolía por cuya superficie iban a la deriva, como irrisorios restos de un naufragio, episodios triviales de su existencia, incidentes de absurda insignificancia. "A contrapelo" (1884)
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02. El hecho es que, cuando la época en que un hombre de gran talento se ve condenado a vivir es mortecina y estúpida, al artista lo cautiva, acaso sin que se dé cuenta de ello, el anhelo nostálgico de otra época. Incapaz de ponerse a tono, salvo en raros intervalos, con su medio y, como ya no encuentra en la inspección de ese medio y de las criaturas que lo soportan suficientes placeres de observación y análisis que lo distraigan, percibe el nacimiento y desarrollo de fenómenos inusitados en su propio ser. Vagos anhelos migratorios surgen entonces y se satisfacen con la meditación y el estudio. Instintos, sensaciones e inclinaciones, que le legaron su herencia, adquieren forma y se afirman con imperiosa autoridad. Le vienen a la cabeza recuerdos de personas y de cosas que jamás ha conocido por sí mismo, y llega un momento en que sale con ímpetu de la cárcel de su siglo y vaga libremente por otras épocas, con las cuales, ilusión culminante, se imagina que habría estado más en armonía. "A contrapelo" (1884)