Frases de John Kennedy Toole
- 1980. La conjura de los necios
- 1989. La Biblia de neón
La conjura de los necios (1980)
Ignatius Reilly es un ser inadaptado y anacrónico que sueña con que el modo de vida medieval mientras se sume en ese mundo capitalista que él mismo tanto odia. Una dura y disparatada crítica a la sociedad de consumo

01. Oh, Fortuna, diabólica ramera. La conjura de los necios
02. Si la Smithsonian Institution, ese sobre sorpresa de los desechos de nuestra nación, pudiera, de algún modo, empaquetar herméticamente esta fábrica y transportarla a la capital de los Estados Unidos de Norteamérica, con todos sus obreros inmovilizados en actitud de trabajo, los visitantes que acudieran a ese discutible museo defecarían sin duda en sus chillones atuendos turísticos. Es una escena que combina lo peor de La cabaña del tío Tom y de Metrópolis, de Fritz Lang. Es la esclavitud de los negros mecanizada; ejemplifica el progreso que ha hecho pasar al negro de recoger algodón a cortarlo y coserlo. La conjura de los necios
03. Sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie. La conjura de los necios
04. Mi organismo entero está aun agitado. En consecuencia, estoy aún en el proceso de adaptarme a la tensión del mundo laboral. En cuanto mi organismo se acostumbre a la oficina, daré el paso gigantesco de visitar la fábrica... La conjura de los necios
05. ¿Dónde busca usted la gente que trabaja aquí? Nunca veo a gente como ésta en ningún otro sitio. La conjura de los necios
06. El optimismo me da náuseas. Es perverso. La posición propia del hombre en el universo, desde la Caída, ha sido la de la miseria y el dolor. La conjura de los necios
07. Llevo ya una semana deambulando por el barrio comercial. Carezco, al parecer, de alguna perversión especial que buscan los patronos de hoy. La conjura de los necios
08. ¿Acaso crees que quiero vivir en una sociedad comunal con gente como esa battaglia amiga tuya, barriendo calles y picando piedra o lo que ande haciendo siempre la gente en esos desdichados países? Lo que yo quiero es una buena monarquía, firme, con un rey decente, de buen gusto, un rey con ciertos conocimientos de teología y de geometría, y que cultive una rica vida interior. La conjura de los necios
09. Intentarían convertirme en un subnormal enamorado de la televisión y de los coches nuevos y de los alimentos congelados. ¿No comprendes? (...) Me niego a que me laven el cerebro. ¡No seré un robot! La conjura de los necios
10. He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo. La conjura de los necios
11. Su total ignorancia de lo que profesa enseñar merece pena de muerte. Dudo que sepa usted que a San Casiano de Imola le mataron sus propios alumnos atravesándole con sus estilos. Su muerte, un martirio perfectamente honorable, le convirtió en santo patrón de los profesores. La conjura de los necios
12. Iba a ser un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que ir a trabajar. La conjura de los necios
13. La comida enlatada es una perversión... Sospecho que es en el fondo muy dañina para el alma. La conjura de los necios
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La Biblia de neón (1989)
Un adolescente que vive en una población miserable del profundo Sur, donde el fanatismo religioso y la malevolencia hacen estragos en la vida de los ciudadanos. Pero un hecho hará que todo cambien en su vida

01. (...) Eso me hacía pensar en cómo las personas a veces pueden hacer cosas de las que nunca las habrías creído capaces. La Biblia de neón
02. Si uno era distinto de los demás, tenía que marcharse del pueblo. Por esta razón todo el mundo se parecía tanto, en la manera de hablar y actuar, en sus gustos y sus odios. Si alguien detestaba algo, y era una persona como tenía que ser, todo el mundo debía detestar lo mismo. Si no lo hacías así, la gente te odiaba. En la escuela nos decían que debíamos pensar por nuestra cuenta, pero eso era imposible en el pueblo. Tenías que pensar como tu padre había pensado durante toda su vida, y eso era lo que todo el mundo pensaba. La Biblia de neón
03. El escenario era como un licor para mí, como cerveza o whisky. A veces me hacía daño, igual que el licor perjudica a un borracho, pero me hacía daño en el corazón, y ésa es la diferencia. La Biblia de neón
04. Según mi padre, el sol en Italia era más bonito que en ninguna otra parte. Era el más brillante y amarillo que había visto jamás, mucho más brillante que en el valle en pleno verano. La Biblia de neón
05. Más o menos una vez al mes llegaba un cadáver al valle, pero sólo sus familiares iban a recogerlo. Nadie pensaba mucho en los muertos. Los vivos estaban por todas partes, con sus nuevos bebés y sus familias. Supongo que nadie quería pensar en los que llegaban a la estación en aquellas largas cajas de madera. La Biblia de neón
06. (...) También les dije a los estudiantes que, en bien del futuro de la humanidad, esperaba que todos fueran estériles. La conjura de los necios
07. "Hombre limpio, muy trabajador, de fiar, callado". ¡Santo Dios! ¿Pero qué clase de monstruo quieren? Creo que jamás podría trabajar en una institución con semejante visión del mundo. La conjura de los necios
08. ¿Podrías aminorar un poquito la marcha? Creo que tengo un soplo cardíaco. La conjura de los necios
09. Pues claro que soy su hijo -dijo Ignatius- ¿Es que no ve usted el afecto que siente por mí? La conjura de los necios
10. - ¿Qué clase de partido político secreto? -preguntó recelosa la señora Reilly-. ¿No irás a hablar con una banda de comunistas? La conjura de los necios
11. La naturaleza hace a veces un tonto; pero un fanfarrón siempre es obra del hombre. La conjura de los necios
12. La peluquera me dijo que debería tener también una peluca -añadió. - ¿Para qué quieres una peluca? Tienes mucho pelo. -Quiero una peluca negra. Así puedo cambiar mi personalidad. -Escucha, en realidad tú ya tienes el pelo negro, ¿No? ¿Por qué no te dejas el pelo tal como lo tienes y te compras una peluca rubia? -No se me había ocurrido. La conjura de los necios
13. La colina contigua a la nuestra también estaba muy desarrollada, e incluso en la oscuridad podíamos ver los caminos que estaban abriendo en ella y que recordaban los crucigramas en los que solía hacernos trabajar el señor Farney, si bien nadie sabía suficientes palabras para completarlos. La Biblia de neón