01. Olvidar es una necesidad. La vida es una pizarra en la que el destino, para escribir un nuevo caso, necesita apagar el caso escrito.
02. Siempre hay una cualidad en los cuentos que los convierte en superiores a las grandes novelas, si unos y otros son mediocres: ser corto.
03. Cada estación de la vida es una edición que corrige la anterior, y que será corregida también, hasta la edición definitiva, que el editor regala a los gusanos.
04. Gran cosa es haber recibido del cielo una partícula de sabiduría, el don de hallar las relaciones de las cosas, la facultad de compararlas y el talento de deducir.
05. Palabra arrastra palabra, una idea trae otra, y así se hace un libro, un gobierno, o una revolución, algunos dicen en efecto que así es como la naturaleza compuso sus especies.
06. (...) El lector, entretanto, no se refugia en el libro sino para escapar de la vida. No digo que este pensamiento sea mío; Digo que hay en él una dosis de verdad, y que, al menos, la forma es pintoresca.
07. Me gustan los epitafios; ellos son, entre la gente civilizada, una expresión de aquel piadoso y secreto egoísmo que induce al hombre a arrancar de la muerte un harapo al menos de la sombra que ha pasado.
08. La vida se me debatía en el pecho, con unos ímpetus de ola marina, se me evadía la consciencia, yo descendía a la inmovilidad física y moral, y el cuerpo se me hacía planta, y piedra, y lodo, y cosa alguna.
09. Si usted quiere componer el libro, aquí tiene pluma, aquí tiene papel, aquí tiene un admirador; pero, si solamente quiere leerlo, quédese quieta, vaya de línea en línea; admito que bostece entre otros capítulos, pero espere el resto, tenga confianza en el relator de estas aventuras.
10. Pero ahora, como decía, se habían acabado los sustos y vergüenzas; las entrevistas se hallaban en el período cronométrico. La intensidad del amor era la misma; la diferencia era que la llama perdió el frenesí de los primeros días, para convertirse en un simple haz de rayos, tranquilo y constante, como en los casamientos.
11. A veces sentía un rasguño de remordimiento; me parecía que abusaba de la debilidad de una mujer amante y culpada, sin sacrificar nada ni arriesgar nada mío; y, cuando ya iba a capitular, venía otra vez el amor, que me repetía el consejo egoísta, y yo quedaba inquieto e irresoluto, deseando verla y recelando que, al verla, me llevase a compartir la responsabilidad de la solución.
12. Señores míos, la ciencia es cosa seria y merece ser tratada con seriedad. No doy razón de mis actos de alienista ante nadie, excepción hecha de los maestros y de Dios. (...) Podría invitar a algunos de ustedes, en representación de los restantes, a venir conmigo para ver a los dementes recluidos; pero no lo hago porque sería darles la razón de mi sistema, lo que no haré ante legos ni rebeldes.