Frases de Jerome David Salinger - Página 4

01. ¿Se acuerda de la manzana que Adán comió en el jardín del Edén, como se cuenta en la Biblia? -preguntó-. ¿Sabe lo que había en esa manzana? Lógica. La lógica y además cosas intelectuales. Eso es lo único que tenía adentro. "Nueve cuentos" (1953)

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02. Todo lo que hace la gente es tan...No sé...No erróneo, ni siquiera malo, ni estúpido necesariamente. Pero sí tan pequeño y sin sentido y...Que inspira tristeza. Y lo peor es que si se vuelve bohemio o algo chiflado, está siendo conformista como todos los demás, sólo que de un modo diferente. "Franny y Zooey" (1961)

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03. (...) La miré un buen rato. Estaba dormida con la cabeza apoyada en la almohada y tenía la boca abierta. Tiene gracia. Los mayores resultan horribles cuando duermen así, pero los niños no. A los niños da gusto verlos dormidos. Aunque tengan la almohada llena de saliva no importa nada. "El guardián entre el centeno" (1951)

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04. Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo, tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz. "El guardián entre el centeno" (1951)

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05. (...) Estaba guapísima. De verdad. Llevaba un abrigo negro y una especie de boina del mismo color. No solía ponerse nunca sombrero pero aquella gorra le sentaba estupendamente. En el momento en que la vi me entraron ganas de casarme con ella. Estoy loco de remate. Ni siquiera me gustaba mucho, pero nada más verla me enamoré locamente. "El guardián entre el centeno" (1951)

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06. Una vez que los dejes atrás, comenzarás a acercarte -si ése es tu deseo y tu esperanza- a un tipo de conocimiento muy querido de tu corazón. Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú. "El guardián entre el centeno" (1951)

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07. (...) Pero a veces, tal vez cuando mi musa se mostraba caprichosa, dejaba la pintura de lado y hacia dibujos. Aún conservo uno. Es la cavernosa vista de la enorme boca de un hombre a quien atiende su dentista. La lengua del hombre es un sencillo billete de cien dólares y el dentista está diciendo, tristemente, en francés. "Creo que podemos salvar la muela, pero tendremos que extirpar la lengua. " Era uno de mis favoritos. "Nueve cuentos" (1953)

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08. Aquel hotel estaba lleno de maníacos sexuales. Yo era probablemente la persona más normal de todo el edificio, lo que les dará una idea aproximada de la jaula de grillos que era aquello. "El guardián entre el centeno" (1951)

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09. Si yo fuera pianista, tocaría dentro de un maldito armario. "El guardián entre el centeno" (1951)

+ Frases de Pianista + Pensamientos de "El guardián entre el centeno"


10. No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad. "El guardián entre el centeno" (1951)

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11. Por dentro debo ser el peor pervertido que han visto en su vida. A veces pienso en un montón de cosas raras que no me importaría nada hacer si se me presentara la oportunidad. "El guardián entre el centeno" (1951)

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12. Creo que un día de estos -dijo-, averiguarás qué es lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente. "El guardián entre el centeno" (1951)

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Jerome David Salinger

Jerome David Salinger
  • 1 de enero de 1919
  • Nueva York, Estados Unidos
  • 27 de enero de 2010
  • Nueva Hampshire, Estados Unidos

Escritor y novelista estadounidense, autor de "El guardián entre el centeno" (1951), "Nueve cuentos" (1953), "Franny y Zooey" (1961) y "Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción" (1963).

Sobre Jerome David Salinger

Jerome David Salinger fue hijo de Sol Salinger, un comerciante judío de origen polaco y de Marie Jillich, de nacionalidad escocesa-irlandesa, quien se convirtió al judaísmo al casarse.

De pequeño acudió a escuelas públicas en el West Side de Manhattan y luego, en 1932, la familia se trasladó a otra casa, y Jerome David Salinger entró en la escuela privada McBurney.

Participó en varias obras de teatro en el colegio, mostrando gran aptitud para el drama, pero su padre opuso a la idea de que Jerome David Salinger fuera actor.

Tras ser expulsado de la escuela por bajas calificaciones en 1933, Jerome David Salinger ingresó en la Academia Militar de Valley Forge, en Pensilvania, graduándose tres años después, en 1936.

En 1940 comenzó su trayectoria literaria, escribiendo relatos para las revistas "Story, Saturday Evening Post", "Esquire", y "The New Yorker", y publicando dos capítulos de lo que se conocería tiempo después como "El guardián entre el centeno".

Tras estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Jerome David Salinger participó en el desembarco aliado en Normandía (1944) como soldado de infantería, donde fue testigo de los combates en algunas de las batallas más violentas, hechos que dejaron una profunda huella en su persona.

En 1945, Jerome David Salinger publicó su primera novela, "El guardián entre el centeno", logrando una enorme popularidad y numerosas controversias, dado su lenguaje provocador y el retrato sin tapujos de la sexualidad y la ansiedad adolescentes.

Posteriormente, Jerome David Salinger publicó las colecciones de relatos "Nueve cuentos" (1953), Franny y Zooey (1961) y Levantad, Carpinteros, La viga del tejado y Seymour: una introducción (1963).

En 1953, teniendo una enorme fama, Jerome David Salinger se traslado a Cornish (New Hampshire) y se convirtió en un ermitaño, apartándose del mundo exterior y protegiendo al máximo su privacidad.

Uno de los temas principales en la obra de Jerome David Salinger es la inocencia y la adolescencia, en contraposición a la falsedad de los adultos y del mundo en general, creando personajes con mentes poderosas pero perturbadas y llenas de conflictos y la capacidad redentora que los niños tienen en la vida de éstos.

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