Frases de Jenofonte - Página 2

01. Nunca acamparon los bárbaros a una distancia menor de sesenta estadios del ejército griego, por temor a que los griegos los atacaran de noche. Pues un ejército persa es inútil de noche: ellos atan los caballos, en la mayoría de los casos, con las patas trabadas para que no escapen si se desatan, y si ocurre algún alboroto, hay que ensillar el caballo para cada persa y embridarlo, y hay que subir al caballo tras haberse puesto la coraza. Todo eso es difícil de noche y cuando hay tumulto. Por este motivo acampaban lejos de los griegos.

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02. Después de pasar a la vista de todos, detuvo el carro de guerra delante del centro de la falange, envió a Pigres, el intérprete, a los generales griegos y ordenó que adelantaran sus armas y que toda la falange atacara. Ellos dieron estas órdenes a los soldados, y cuando sonó la trompeta, poniendo por delante las armas, iniciaron el avance. Pronto, al avanzar con mayor rapidez y con griterío, se produjo espontáneamente en los soldados una carrera hacia las tiendas, y hubo un gran espanto entre los bárbaros; la cilicia huyó en el carruaje cubierto y los del mercado, abandonando las mercancías, huyeron.

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Jenofonte

Jenofonte

Militar, escritor, filósofo e historiador griego que intentó orientar con su obra la confusión política y social que siguió a la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso.

Sobre Jenofonte

Jenofonte nació en el seno de una familia acomodada, y practicó la equitación desde pequeño.

En 401 aC se alistó en la expedición de Ciro el Joven, que pretendía derrocar del trono a su hermano Artajerjes II, pero tras la victoria en Cunaxa, muere Ciro y deja al ejército griego en una difícil situación.

La arriesgada retirada de los diez mil griegos supervivientes a través de la altiplanicie armenia en dirección al Mar Negro constituye el núcleo principal de "Anábasis", la obra más destacada de Jenofonte.

Tiempo después, junto a Argesilao, que estaba al frente de las tropas espartanas, participó en la batalla de Coronea, poniéndose en contra de sus compatriotas atenienses, lo cual le ocasionó el destierro de Atenas.

Jenofonte se trasladó una finca en Escilunte, cerca de Olimpia, concedida por los espartanos tras distinguirlo con la proxenía (honores concedidos a un huésped extranjero).

La derrota de los espartanos en la batalla de Leuctra (371), obligó a Jenofonte a trasladarse a Lepreo y, más tarde, a Corinto, donde murió.

En sus obras políticas, Jenofonte se manifiesta hostil hacia la democracia ateniense y comulga con formas más autoritarias, como las que conoció en Esparta y en Persia.

Jenofonte escribió también tratados técnicos como "Hipárquico" o "Sobre la equitación", con vistas a aconsejar sobre tácticas militares concretas, como las de la caballería.

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