01. Decidimos cruzar el país haciendo el menor daño que podamos, si se nos deja volver a nuestra patria; pero si alguien nos impide el paso, decidimos luchar contra éste con todas nuestras fuerzas.
02. Así está el asunto: si va a haber barcos suficientes de modo que por su número nadie se quede aquí, nosotros zarparemos; pero si unos van a tener que quedarse y otros van a navegar, no embarcaremos en los barcos.
03. Este hombre, en verdad, es muy valioso para quien es amigo suyo, pero el más terrible enemigo para quien se le enfrenta, y tiene fuerzas de infantería, de caballería y navales que todos vemos y conocemos por igual.
04. Todos los jefes de los bárbaros conducen su ejército ocupando el centro, porque creen que en esta posición se hallan en la zona más segura, si sus fuerzas están a uno y otro lado, y que, si necesitan dar alguna orden, el ejército se entera en la mitad de tiempo.
05. (...) No pudimos perjudicar en nada a los enemigos y nos retiramos con muchas dificultades. (...) Gracias sean dadas a los dioses porque no vinieron con una gran fuerza, sino con pocos hombres, de manera que no nos han hecho un gran daño y, en cambio, nos han mostrado nuestras carencias.
06. Sabed, sin duda, que no es el número de combatientes ni la fuerza física los que deciden las victorias en la guerra, sino que el bando que con el favor de los dioses avanza con más fortaleza de espíritu contra los enemigos, a éste, en la mayoría de los casos, los adversarios no lo resisten.
07. Los jinetes, dispersándose por todo el terreno que era seguro, lo iban quemando, y los peltastas, que iban en paralelo por las cimas, incendiaban todo cuanto veían que era combustible, y el ejército, también, si topaba con algo que quedaba a un lado, de manera que el país entero parecía arder y el ejército ser muy grande.
08. (...) Nosotros estamos en un vehículo mucho más seguro que los jinetes, porque ellos van suspendidos encima de caballos con miedo no sólo de nosotros, sino también de caerse, mientras que nosotros, bien firmes sobre la tierra, golpearemos con mucha más fuerza, si alguien nos ataca, y tendremos mucha más fortuna en lo que queramos.
09. (...) Como tú ves, ningún otro bien tenemos nosotros salvo las armas y el valor. Creemos, ciertamente, que si tenemos armas, también podremos disponer del valor; en cambio, si las entregáramos, seríamos despojados además de nuestras vidas. Por tanto, no creas que los únicos bienes que tenemos os los entregaremos, sino que lucharemos con ellos incluso por vuestros bienes.
10. Y no creáis, por cierto, que valéis menos porque los de Ciro, que antes se alineaban con nosotros, ahora hayan desertado. Pues éstos son peores incluso que los derrotados por nosotros; al menos en aquella batalla huyeron en dirección a aquéllos, tras habernos abandonado. A los que están dispuestos a comenzar la huida es mucho mejor verlos alineados con los enemigos que en nuestra formación.
11. (...) Y no sé si tenemos que cruzar algún otro río; ahora bien, en cuanto al Éufrates, sabemos que es imposible cruzarlo si los enemigos lo impiden. Y es cierto que, si hay que combatir, no tenemos jinetes aliados; en cambio, la mayoría de los enemigos son jinetes y de muchísima valía; de manera que, aun venciendo, ¿A quién podríamos matar? Y si nos vencen, a nadie le será posible salvarse.
12. Los griegos no tenían jinetes y era imposible para su infantería adelantar a la infantería enemiga en poco terreno, dado que esta última se dio a la fuga cuando aún estaba muy lejos, y no se podía perseguirla alejándose mucho del resto del ejército. Los jinetes bárbaros, en cambio, a la vez que huían, seguían hiriéndolos con disparos de flechas por detrás, desde los caballos; los griegos, tanto cuanto avanzaban en su persecución, otro tanto debían batirse en retirada combatiendo.