Frases de Javier Marías - Página 12

01. Lo que más me sorprende es que la enfermedad no me impida de momento interesarme por las cosas de los demás. He decidido comportarme como si no me sucediera nada y no decir nada a nadie excepto a B, y a B sólo si se confirmara lo peor. Eso no resulta difícil, una vez tomada la decisión. Pero lo raro no es que sepa comportarme secretamente y como es debido, sino mi propio interés inmutable por cuanto me rodea. Todo me importa, todo me afecta. En realidad no tengo que disimular, porque no logro convencerme de que esto pueda o vaya a pasarme a mí. No logro hacerme a la idea de que según como sean las cosas podría acabar ¡Muriéndome! , y de que si eso sucediera (cruzo los dedos) dejaría de enterarme de lo que seguiría sucediendo a partir de entonces a los demás. Como si me quitaran de las manos un libro que estoy leyendo con curiosidad infinita. Es inconcebible. Aunque si sólo fuera eso no sería grave, lo malo es que tampoco habría ya otros libros, la vida como códice único. La vida es aún medieval. "Todas las almas" (1989)

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02. El mal suele ser simple, aunque a veces no tan simple, si eres capaz de apreciar el matiz. Pero hay indagaciones que manchan, y hasta las hay que contagian sin dar nada valioso a cambio. Hoy existe un gusto por exponerse a lo más bajo y vil, a lo monstruoso y a lo aberrante, por asomarse a contemplar lo infrahumano y por rozarse con ello como si tuviera prestigio o gracia y mayor trascendencia que los cien mil conflictos que nos asedian sin caer en eso. Hay en esta actitud un elemento de soberbia, también, uno más: se ahonda en la anomalía, en lo repugnante y mezquino como si nuestra norma fuese la del respeto y la generosidad y la rectitud y hubiese que analizar microscópicamente cuanto se sale de ella: como si la mala fe y la traición, la malquerencia y la voluntad de daño no formaran parte de esa norma y fueran cosas excepcionales, y merecieran por ello todos nuestros desvelos y nuestra máxima atención. Y no es así. Todo eso forma parte de la norma y no tiene mayor misterio, no mayor que la buena fe. Pero esta época está dedicada a la tontería, a las obviedades y a lo superfluo, y así nos va. "Tu rostro mañana: Fiebre y lanza" (2002)

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03. De pronto nos apasionan cosas a las que jamás habíamos dedicado un pensamiento, cogemos insospechadas manías, nos fijamos en detalles que nos habían pasado inadvertidos y que nuestra percepción habría seguido omitiendo hasta el fin de nuestros días, centramos nuestras energías en cuestiones que no nos afectan más que vicariamente o por hechizo o contaminación, como si decidiéramos vivir en una pantalla o en un escenario o en el interior de una novela, en un mundo ajeno de ficción que nos absorbe y entretiene más que el nuestro real, el cual dejamos temporalmente en suspenso o en un segundo lugar, y de paso descansamos de él (nada tan tentador como entregarse a otro, aunque sólo sea con la imaginación, y hacer nuestros sus problemas y sumergirnos en su existencia, que al no ser la nuestra ya es más leve por eso). Tal vez sea excesivo expresarlo así, pero nos ponemos inicialmente al servicio de quien nos ha dado por querer, o por lo menos a su disposición, y la mayoría lo hacemos sin malicia, esto es, ignorando que llegará un día, si nos afianzamos y nos sentimos firmes, en que él nos mirará desilusionado y perplejo al comprobar que en realidad nos trae sin cuidado lo que antaño nos suscitaba emoción, que nos aburre lo que nos cuenta sin que él haya variado de temas ni éstos hayan perdido interés. "Los enamoramientos" (2011)

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04. (...) El horror narrativo, la repugnancia. Eso le hace perder el control, estoy convencido, lo obceca. He conocido a otras personas con esa aversión, o esa alerta, y eso que ni siquiera eran famosas, la fama no es un factor decisivo en esto, hay muchos individuos que sienten su vida como materia de un minucioso relato, andan instalados en ella pendientes de su hipotético o futuro cuento. No se lo plantean mucho, es sólo una manera de vivir las cosas, una manera acompañada, digamos, como si hubiera espectadores o permanentes testigos, aun de las nimiedades mayores y de los momentos muertos. Tal vez sea un sucedáneo de la antigua idea de la omnipresencia de Dios, que con su ojo estaba atento a cada segundo de la vida de cada uno, era muy halagador en el fondo, muy reconfortante pese al elemento implícito de amenaza y castigo, y tres o cuatro generaciones no bastan para que el hombre acepte que su trabajosa existencia transcurre sin que nadie asista ni la contemple nunca, sin que nadie la juzgue ni la desapruebe. Y lo cierto es que hay uno siempre, en efecto: un oyente, un lector, un espectador, un testigo; y un relator y un actor simultáneos, que coinciden con aquéllos: son los propios individuos quienes se van relatando su historia a sí mismos, cada uno la suya, quienes se asoman a ella y se la miran y remiran a diario, desde fuera hasta cierto punto; o desde un falso fuera, mejor dicho, la generalización del narcisismo, llamado a veces "conciencia". Por eso hay tantos que no soportan la burla, la vejación, el ridículo, la subida de la sangre al rostro, el desaire, eso menos que nada. A Dearlove le puede ese asco, esa alarma, lo vence ese vértigo, y cuando los sufre, cuando le da un ataque, entonces ya no piensa. Lo más probable es que al medio abrir su párpado y darse cuenta de lo que pasa, ni siquiera se le ocurriese intentar adquirir las fotos, ofrecer por ellas más de lo que jamás daría ningún periódico sensacionalista, llegar a un acuerdo con el chico o la chica, pactar, sobornar, engañarlos, contratarlos para siempre. Su fortuna, si posee avión y helicóptero, le permitiría comprarlos diez mil, cien mil veces, en cuerpo y en esclavitud y en alma. "Tu rostro mañana: Fiebre y lanza" (2002)

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Javier Marías


Escritor, novelista, ensayista, traductor y editor español, autor de "Todas las almas" (1989) "Corazón tan blanco" (1992) "Mañana en la batalla piensa en mí" (1994) "Tu rostro mañana: Fiebre y lanza" (2002) y "Los enamoramientos" (2011).

Sobre Javier Marías

Javier Marías es el cuarto de los cinco hijos del filósofo y miembro de la Real Academia Española Julián Marías y la escritora Dolores Franco Manera.

Parte de su infancia transcurre en Estados Unidos, donde su padre estaba encarcelado en represalia por ser republicano, y su adolescencia en España.

Javier Marías recibe una sólida educación liberal en el "Colegio Estudio" y luego obtiene una licenciatura en en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.

Tras escribir varios guiones y realizar algunas traducciones, en 1970 escribe "Los dominios del lobo", su primera novela.

Entre 1983 y 1985 Javier Marías imparte clases de "Literatura Española y Teoría de la Traducción" en la Universidad de Oxford (Inglaterra) y entre 1987 y 1992 en la Universidad Complutense de Madrid (España).

Entre sus obras más ilustrativas figuran "Todas las almas" (1989) "Corazón tan blanco" (1992) "Mañana en la batalla piensa en mí" (1994) "Tu rostro mañana: Fiebre y lanza" (2002) y "Los enamoramientos" (2011).

Javier Marías fue distinguido con numerosos premios, entre ellos el "Premio de la Crítica", el "Premio Rómulo Gallegos", el "Premio José Donoso" y el "Premio Austriaco de Literatura Europea".

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