Frases de Gustave Flaubert - Página 8

01. ¡Ah! ¡Los hombres de acción! ¡Los activos! Hay que ver cómo se cansan ellos y nos cansan a los demás por no hacer nada. ¡Y qué vanidad más boba la que nace de una turbulencia baldía! (...) ¿Qué ha quedado de todos los Activos, de Alejandro, de Luis XIV, etc. , incluso de Napoleón, tan próximo a nosotros? El pensamiento es eterno, como el alma, y la acción es mortal, como el cuerpo.

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02. A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría.

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03. La diferencia que ha existido siempre entre mi modo de ver la vida y el de los demás ha hecho que me encerrase -¡no bastante, por desgracia!- en una áspera soledad de la que nada lograba hacerme salir. Me han humillado tantas veces, he escandalizado y hecho gritar tanto que he terminado, desde hace ya mucho tiempo, por reconocer que, para vivir tranquilo, hay que vivir solo y poner burletes en todas las ventanas por miedo a que el aire del mundo llegue hasta uno.

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04. Si la sociedad sigue a este paso creo que veremos místicos otra vez, como los hubo en todas las épocas oscuras. (...) Y la humanidad, como la tribu judía en el desierto, se pondrá a adorar a toda suerte de ídolos.

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05. No estoy con nadie, en ningún sitio, no soy de mi país y puede que tampoco del mundo. Aunque muchos me rodeen, sigo estando solo; por eso los huecos que dejó la muerte en mi vida no aportaron a mi alma un nuevo estado de ánimo, sino que acentuaron ese estado. Yo estaba solo por dentro y ahora estoy también solo por fuera.

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06. ¿Me comprenderás hasta el final, soportarás el peso de mi tedio, mis manías, mis caprichos, mis desánimos y mis coléricas mudanzas?

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07. El contemplar una vida que una pasión violenta -de la índole que sea- ha vuelto miserable es siempre algo más instructivo y altamente moral. Eso rebaja, con una ironía aullante, tantas pasiones banales y manías vulgares, que uno queda satisfecho al pensar que el instrumento humano puede vibrar hasta ese extremo y subir hasta tonos tan agudos.

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08. Cuando entré en tu casa me pareció volver de nuevo al pasado, a uno de esos hermosos crepúsculos tristes del año 1843, cuando aspiraba el aire desde mi ventana, lleno de tedio y con la muerte en el alma.

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09. Las mujeres, que han amado tanto, no conocen el amor, por haber estado demasiado ocupadas con él; no tienen un apetito desinteresado por lo Bello.

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10. Frente a los grandes méritos de otro no hay más medio de salvación que el amor.

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11. Quisiera mandarte únicamente palabras dulces y tiernas, de esas suaves como un beso que algunos saben decir pero que, en mi caso, se quedan en el fondo del corazón y expiran al llegar a los labios. Si yo pudiera, cada mañana tu despertar se vería perfumado por una olorosa página de amor.

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12. Es bueno, e incluso puede ser hermoso el reírse de la vida, con tal que se viva. Hay que colocarse por encima de todo, y por encima de uno colocar su espíritu, es decir, la libertad de la idea: declaro impío todo límite a ésta.

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Autores relacionados

Charles Baudelaire Émile Zola Guy De Maupassant Marcel Proust

Gustave Flaubert


Escritor, novelista y dramaturgo francés, autor de "Madame Bovary" (1856), "Salambó" (1862), "La educación sentimental" (1869), "La tentación de San Antonio" (1874) y "Tres cuentos" (1877).

Sobre Gustave Flaubert

Gustave Flaubert fue el segundo hijo de un médico cirujano, jefe del Hospital de Ruán y una madre emparentada con algunas de las familias más antiguas de Normandía.

Cursó sus primeros estudios en el Colegio Real de Ruán en 1832 y desde pequeño demostro gran pasión por la literatura, redactando íntegramente una revista literaria llamada "Colibrí".

En 1940 y luego de quedar excento de hacer el servicio militar, Gustave Flaubert comienzo sin mucha convicción sus estudios de derecho en París, abandonandolos en 1944.

Tiempo después volvió a Croisset, cerca de Ruán, donde vivió con su madre en una propiedad a orillas del río Sena.

El carácter de Gustave Flaubert era ciclotímico, sensible, arrogante, llegando a despreciar al prójimo, sus hábitos y falta de inteligencia.

Realizó un extenso viaje por Europa y Ásia, asistiendo como observador a la Revolución de 1848 (Paris, Francia).

En 1851 regresó a Croisset y comenzó a escribir "Madame Bovary", su novela más representativa y publicada inicialmente en formato de folletín en la "Revue de Paris".

Tras la publicación, las autoridades le iniciaron una causa por atentar contra la moralidad pero fue declarado inocente.

Durante la Guerra Franco prusiana (1970-1971), soldados prusianos ocuparon su casa y Gustave Flaubert comenzó a sufrir enfermedades nerviosas, sumado a la muerte de su madre (1872) y su situación económica empeoró, sumiéndolo en la desolación y la melancolía.

En su época rechazado por razones morales y admirado por su fuerza literaria al mismo tiempo, Gustave Flaubert es considerado uno de los mayores novelistas del siglo XIX.

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