Frases de Eugenio María de Hostos - Página 4

01. Hay en el mundo demasiados artistas de la palabra, demasiados adoradores de la forma, demasiados espíritus vacíos que solo a la ley de las proporciones saben obedecer, y yo no quería ser uno de tantos habladores que, en tanto que llenan de palabras sonoras el ámbito en que se mueven, son radicalmente incapaces de realizar lo que mas falta hace en el mundo: hombres lógicos.

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02. El fundamento de los deberes que la moral impone está en el conocimiento de las relaciones que ligan al hombre con la naturaleza general o con algunos de los aspectos particulares de la naturaleza. Y como la sociedad es un aspecto particular de la naturaleza, el conocimiento de los deberes sociales se funda en el conocimiento de las relaciones del individuo con la sociedad.

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03. El que abandona en un momentos de desidia su derecho; el que no siente lastimado el suyo cuando se lastima el de otro; el que sordamente se propone cobrar por medio de la fuerza la justicia que se resiste a pedir al tribunal; el que ve sin sobresalto la violación de una ley; el que contempla indiferente la sustitución de las instituciones con la autoridad de una persona; el que no gime, no grita, ni brama, ni protesta cuando sabe de otros hombres que han caído vencidos por la arbitrariedad y la injusticia, ése es cómplice o autor o ejecutor de los crímenes que contra el derecho se cometen de continuo por falta de cumplimiento de los deberes que lo afirman.

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Eugenio María de Hostos

Eugenio María de Hostos
  • 10 de enero de 1839
  • Mayagüez, Puerto Rico
  • 10 de agosto de 1903
  • Santo Domingo, República Dominicana

Libertador, político, pedagogo, sociólogo y escritor puertorriqueño, llamado el Ciudadano de América por haber entregado su existencia a la lucha por la emancipación de su patria, la unidad de las Antillas y de América Latina.

Sobre Eugenio María de Hostos

De padres con descendencia española y dominicana, Eugenio María de Hostos fue el quinto de ocho hermanos criados en la ciudad costera localizada en la costa oeste del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

En 1847 ingresa en el Liceo San Juan de Mayagüez para realizar sus estudios primarios, que complementa con otros en el Liceo de Jerónimo Gómez de Sotomayor en San Juan.

En 1852, Eugenio María de Hostos se traslada a Bilbao (España), donde finaliza su educación secundaria en el Instituto de Segunda Enseñanza.

En 1858 ingresa en la Universidad Central de Madrid, matriculándose en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras y toma contacto con los diversos grupos krausistas que animaban la vida cultural madrileña de la época.

En el 1863, Eugenio María de Hostos publicó la novela política titulada "La peregrinación de Bayoán" para hacer entender en España la penosa situación colonial de Cuba y Puerto Rico.

Con la adopción de la nueva constitución Española en 1869 y el rechazo a extenderle a Puerto Rico y a Cuba los derechos ciudadanos propios de una república federada, Hostos se traslada a Nueva York (Estados Unidos) para integrarse a la lucha armada que organiza la emigración por la independencia de ambas Antillas.

Posteriormente, Eugenio María de Hostos recorrió América del Sur propagando sus ideas liberales, visitando Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina y Brasil.

En Chile pronunció las célebres conferencias sobre la igualdad de derecho para la mujer y en la Argentina trabajó por la construcción de la primera vía ferroviaria que cruzaría la cordillera de los Andes.

En Venezuela dirigió el Colegio Nacional de Asunción y fundó en Santo Domingo la llamada Escuela Normal, para volcarse de lleno en una incesante actividad pedagógica (1879-1888) que luego extendió por Chile entre los años de 1889 y 1899.

De regreso a su patria en 1898, Eugenio María de Hostos fue nombrado jefe de la comisión encargada de reclamar en Estados Unidos la independencia de Puerto Rico dentro de una confederación de las tres grandes islas antillanas.

Tiempo después fundó la Liga de Patriotas con la ilusión de educar al pueblo puertorriqueño sobre sus nuevos derechos bajo la Constitución federal norteamericana, pero su esperanza de independencia se diluyó cuando el gobierno estadounidense decidió, con la ley Foraker (1900), convertir la isla en una colonia.

En 1900 se traslada a Santo Domingo (República Dominicana) y dos años más tarde es nombrado Director General de Enseñanza.

En 1903 fallece en su residencia de Las Marías en Santo Domingo, donde aún reposan sus restos en el Panteón de los Héroes Nacionales.

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