Frases de Eugenio María de Hostos - Página 3

01. Quiero gloria y por ella abandono hoy mi patria, mañana mi felicidad, un día la vida. Quiero que digan: "En esa isla nació un hombre que amó la verdad, que anhelaba la justicia, que buscaba la ventura de los hombres".

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02. El hombre es ya adulto de razón, y hasta se le puede considerar adulto de conciencia. Al menos, hasta cierto punto; hasta el punto mismo en que el desarrollo de la razón común ha contribuido al desarrollo de la conciencia colectiva.

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03. El periodismo no es en esencia una fuerza privativa, como la han hecho en realidad. Es una fuerza expansiva y comprensiva, que debe extenderse a todo y abarcarlo todo en el sentido de la verdad, del bien, de la libertad y la justicia.

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04. Pienso publicar a Bayoán y éste es un pretexto para acercarme a ella con el pensamiento; trato de crearme aquí una reputación y es el aplauso de ella el que busco. Seriamente, temo ponerme tan mal de espíritu como Hamlet, si no realizo ya este triste ideal.

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05. La moralidad es, en las ideas como en los actos, una forma de virilidad nada más, y la simple existencia de la repulsiva inmoralidad intelectual que domina en Europa y América demuestra hasta qué punto de decrepitud, lógica allí, temprana aquí, hemos llegado.

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06. Derecho no ejercitado, no es derecho; derecho no vivido, no es derecho; derecho pasivo, no es derecho. Para que él sea en la vida lo que es en la esencia de nuestro ser, hay que ejercitarlo. Ejercitarlo es cumplir con el deber de hacerlo activo, positivo y vivo.

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07. Tengo deberes que cumplir y carezco de posición para contraer matrimonio. Sin embargo, eso no sería imposible: uno puede casarse siempre que al hacerlo sea capaz de cumplir con su deber: yo, por ejemplo, me casaría y dejaría a mi mujer por correr a cumplir con mi deber.

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08. Como el calor reanima los organismos más caducos, porque se hace sentir en los conductos mas secretos de la vida, el sentimiento despierta el amor de la verdad en los pueblos no habituados a pensarla, porque hay una electricidad moral y el sentimiento es el mejor conductor de esa electricidad.

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09. Si el periodismo es todavía una fuerza ciega, la culpa es del periodista. No hay ningún sacerdocio más alto que el del periodista; pero, por lo mismo, no hay sacerdocio que imponga más deberes, y por lo mismo, no hay sacerdocio más expuesto a ser peor desempeñado. De ahí principalmente la inmoralidad del periodismo.

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10. Ley eterna de la naturaleza es igualdad moral del hombre y de la mujer, porque la mujer, como el hombre, es obrero de la vida; porque para desempeñar ese augusto ministerio, ella como él está dotada de las facultades creadoras que completan la formación física del hombre-bestia por la formación moral del hombre-Dios.

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11. Conocemos por medio de nuestras facultades, y nuestras facultades están de tan intimo modo ligadas entre si, que lo que es conocer para las unas es sentir para las otras y querer para las restantes; a veces la voluntad es sentimiento y conocimiento, y frecuentemente el sentimiento suple o completa a la facultad que conoce y a la que realiza.

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12. El Estado unitario es corruptor de nacimiento, todo Estado unitario, en cualquier tiempo, espacio y forma de gobierno, es siempre personal: el Estado es el jefe del Estado. Y como absorbe la iniciativa de los organismos provinciales y municipales, sustituye con la ley de su voluntad la autonomía de esas sociedades: de aquí la desorganización, y de ésta la corrupción.

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Eugenio María de Hostos

Eugenio María de Hostos
  • 10 de enero de 1839
  • Mayagüez, Puerto Rico
  • 10 de agosto de 1903
  • Santo Domingo, República Dominicana

Libertador, político, pedagogo, sociólogo y escritor puertorriqueño, llamado el Ciudadano de América por haber entregado su existencia a la lucha por la emancipación de su patria, la unidad de las Antillas y de América Latina.

Sobre Eugenio María de Hostos

De padres con descendencia española y dominicana, Eugenio María de Hostos fue el quinto de ocho hermanos criados en la ciudad costera localizada en la costa oeste del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

En 1847 ingresa en el Liceo San Juan de Mayagüez para realizar sus estudios primarios, que complementa con otros en el Liceo de Jerónimo Gómez de Sotomayor en San Juan.

En 1852, Eugenio María de Hostos se traslada a Bilbao (España), donde finaliza su educación secundaria en el Instituto de Segunda Enseñanza.

En 1858 ingresa en la Universidad Central de Madrid, matriculándose en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras y toma contacto con los diversos grupos krausistas que animaban la vida cultural madrileña de la época.

En el 1863, Eugenio María de Hostos publicó la novela política titulada "La peregrinación de Bayoán" para hacer entender en España la penosa situación colonial de Cuba y Puerto Rico.

Con la adopción de la nueva constitución Española en 1869 y el rechazo a extenderle a Puerto Rico y a Cuba los derechos ciudadanos propios de una república federada, Hostos se traslada a Nueva York (Estados Unidos) para integrarse a la lucha armada que organiza la emigración por la independencia de ambas Antillas.

Posteriormente, Eugenio María de Hostos recorrió América del Sur propagando sus ideas liberales, visitando Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina y Brasil.

En Chile pronunció las célebres conferencias sobre la igualdad de derecho para la mujer y en la Argentina trabajó por la construcción de la primera vía ferroviaria que cruzaría la cordillera de los Andes.

En Venezuela dirigió el Colegio Nacional de Asunción y fundó en Santo Domingo la llamada Escuela Normal, para volcarse de lleno en una incesante actividad pedagógica (1879-1888) que luego extendió por Chile entre los años de 1889 y 1899.

De regreso a su patria en 1898, Eugenio María de Hostos fue nombrado jefe de la comisión encargada de reclamar en Estados Unidos la independencia de Puerto Rico dentro de una confederación de las tres grandes islas antillanas.

Tiempo después fundó la Liga de Patriotas con la ilusión de educar al pueblo puertorriqueño sobre sus nuevos derechos bajo la Constitución federal norteamericana, pero su esperanza de independencia se diluyó cuando el gobierno estadounidense decidió, con la ley Foraker (1900), convertir la isla en una colonia.

En 1900 se traslada a Santo Domingo (República Dominicana) y dos años más tarde es nombrado Director General de Enseñanza.

En 1903 fallece en su residencia de Las Marías en Santo Domingo, donde aún reposan sus restos en el Panteón de los Héroes Nacionales.

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