01. Le estudiaba cada gesto, cada movimiento. Nadie observa con más agudeza que el que desea ser querido. Es una atención parecida a la de los perros hacia el amo.
02. (...) Así que, dispuestos a seguir los dictados de la ciencia de la salud, nos encaminamos a Levain Bakery, donde hornean, según los expertos (...), ¡Las mejores galletas de la ciudad!
03. Siempre hay un momento en el que todo podía haberse evitado, se piensa luego. Sobre todo en aquello que se comenzó sin mucho convencimiento, más por motivos fantasiosos que por lo que se tenía de verdad delante de los ojos. Pero, ¿Quién quiere ver lo que está delante de los ojos? ¿Quién está dispuesto a admitir que en realidad no hay posibilidad de conexión?
04. Quisiera decirle a mi marido, pero hay sensaciones que pierden su valor en cuanto las convertimos en palabras.
05. Los actos de los muertos no pueden modificarse, ni discutirse, así que cualquier hallazgo sobre su pasado nos trastorna más que consolarnos.
06. Hay cualidades en las personas que no apreciamos hasta que no las vemos actuar sin que ellas sean conscientes de nuestra mirada.
07. Los niños lo escuchan todo, en especial aquello que las madres no quieren que escuchen.
08. Le había echado mucho de menos. Las partidas de billar en los bares en torno a la plaza de Santa Ana. Las copas y las canciones propias de cada antro que nos hacían bailar con el palo mientras reíamos una mala jugada del otro o intentábamos hacerle perder la concentración. Nos unía el juego, el disfrute de algunas canciones y la efervescencia etílica.
09. Cuánto se habla y se escribe sobre esos matrimonios en los que los cónyuges están aferrados a la infelicidad durante toda su vida, y qué poco de todas esas parejas de jóvenes que, sin mayores lazos que una felicidad mal entendida, se entregan dócilmente al aburrimiento de unos sábados y unos domingos larguísimos, en el banco del parque, frente al televisor, en comidas familiares, interpretando antes de tiempo el matrimonio...
10. Por más que le pregunté, que traté de explicarle,...Que lo que no se dice duele más que lo que se cuenta, El entró en esa especie de estado remoto y ajeno que yo entiendo como una venganza: la reserva defensiva que acaban adoptando los varones hacia las madres, como si fuera ésta la única manera posible de deshacerse de una relación demasiado estrecha que ha de ser en el futuro sustituida por otra.
11. Qué difícil era esperar. Cuando se esperaba a alguien que te había dicho "No te muevas, que voy para allá", uno no podía concentrarse ni aun leyendo ese libro que siempre le emocionaba, Tintín en el Tíbet, sobre todo en aquel momento crucial en el que Tintín le tiene que decir adiós para siempre al Abominable Hombre de las Nieves, y el Abominable se quedaba para siempre solo en sus montañas.
12. Era como la una del mediodía, esa hora en que Madrid es un hervidero de gente bebiendo cañas y tirando servilletas al suelo. Pero allí, en el Café Lyon, se presentía ya la decadencia que precedería a su cierre y a esas horas por no haber no había ni ese grupo inmortal de estudiantes con granos que falta al instituto con el convencimiento de que tomando café en mesa de mármol se está más cerca de la literatura.