Frases de Elena Garro - Página 3

01. ¡Qué dicha ser hombre y poder decir lo que se piensa! "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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02. Hay veces en que el papel nos hace gestos... "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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03. En la noche todos somos inteligentes y en la mañana nos encontramos tontos. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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04. Cuando alguien moría, ella no iba al duelo. No sabía por qué la cara muerta de sus conocidos la hacía reír. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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05. En el jardín los insectos se destruían unos a otros en esa lucha invisible y activa que llena a la tierra de rumores. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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06. Su memoria es el placer. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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07. La memoria es la maldición del hombre. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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08. La noche avanzaba difícilmente, llevando a cuestas los crímenes del día. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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09. De noche, tan pintada, no está mal, pero habrá que verla cuando despierta con todos los vicios en la cara... "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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10. Cuando llega el olvido es que ya acabó la vida. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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11. A estas horas, vale más la vida de un alacrán que la de un cristiano. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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12. Habíamos vivido tantos años en la espera que ya no teníamos otra memoria. "Los recuerdos del porvenir" (1963)

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Autores relacionados

Elena Poniatowska Guadalupe Amor José Emilio Pacheco Octavio Paz Rosario Castellanos

Elena Garro

Elena Garro
  • 11 de diciembre de 1916
  • Puebla de Zaragoza, Puebla, México
  • 23 de agosto de 1998
  • Ciudad de México, México

Escritora, novelista y dramaturga mexicana, autora de "Un hogar sólido" (1958), "Los recuerdos del porvenir" (1963), "La semana de colores" (1964), "La casa junto al río" (1983) y "La culpa es de los tlaxcaltecas" (1987).

Sobre Elena Garro

Elena Garro nació en la ciudad de Puebla de Zaragoza, siendo hija de padre español y madre mexicana y se crió en la Ciudad de México.

Durante la Guerra Cristera (1926-1929), la familia se trasladó a la ciudad histórica de Iguala de la Independencia (estado de Guerrero), donde realizó sus primeros estudios.

En la década de 1930 volvió a la Ciudad de México para estudiar literatura, coreografía y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y comienza a trabajar como coreógrafa y actriz en el Teatro Universitario.

En 1935 conoció a Octavio Paz, con quien se casó en 1937 y realizó junto a él un viaje a España que duró un año, dejando testimonio de sus vivencias en "Memorias de España 1937" (1992).

Un año antes de divorciarse (1959), publica "Un hogar sólido" (1958), donde reúne sus primeras obras teatrales y junta y evoca varias realidades.

En 1963 aparece "Los recuerdos del porvenir", novela que habla sobre un episodio de la guerra cristera y rompe violentamente la continuidad del realismo mexicano, manejando el tema del poder desde un ángulo político y fantástico a la vez.

Tras unas declaraciones sobre la masacre de Tlatelolco (1968), la comunidad intelectual mexicana comenzó a rechazarla, lo que le llevó al exilio primero en Estados Unidos y España, luego en Francia durante veinte años.

En 1980 aparece el libro de cuentos "Andamos huyendo Lola", donde abunda un clima de persecución, y en el que aparece, de manera obsesiva y biográfica la figura de su hija Elena.

En 1987 publicó "La culpa es de los tlaxcaltecas", donde amalgama el tiempo presente y el pasado, la realidad y la ficción hasta llegar al punto donde lo fantástico es lo real y la realidad desaparece.

De vuelta en México, se instaló en Cuernavaca y tiempo después se trasladó a la Ciudad de México para seguir un tratamiento contra el cáncer de pulmón, que finalmente la llevó a la muerte.

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