01. (...) Debo enfatizar esta novedad radical ya que el verdadero creyente en el cambio gradual y las mejoras incrementales no puede verla. Para él, una computadora automática es algo como una familiar caja registradora, sólo que algo más grande, rápida y más flexible. Pero la analogía es ridículamente superficial: es órdenes de magnitud peor que comparar, como un medio de transporte, el avión supersónico con un bebé que gatea, ya que el cociente de velocidad es sólo de mil.
02. Una enorme cantidad del tiempo del usuario se pierde en figurarse lo que el programa hace y cómo controlarlo. Es la consecuencia de dos tipos de acontecimiento: Primero que nada que los diseñadores han fallado en mantener tan simple como se pueda la interface del sistema, lo que es un desafío; pero tan pronto se da cuenta uno de que el mayor desafío en las ciencias de la computación es como no perderse en las complejidades de su propia ficción, se vuelve claro que ésta es una tarea de importancia.
03. El gran cambio en los lenguajes de programación vino cuando empezamos a dar definiciones formales a la semántica de los conceptos de los lenguajes de programación. Algo que hace falta si se quieren probar cosas sobre los programas escritos en él. Y aún si no se espera conseguirlo de una manera formal, es un ejercicio extremadamente saludable para los diseñadores de lenguajes de programación. La formalización actuó como un sistema de alerta temprana: si la definición formal de una característica se vuelve confusa y complicada, entonces no se debe ignorar esa advertencia.
04. ¿Qué es un programa? Varias respuestas son posibles. Podemos ver a un programa como lo que transforma una computadora de propósito general en un manipulador de símbolos de propósito específico, y lo hace sin necesidad de cambiar un solo cable (Esto fue una enorme mejora respecto de las máquinas con paneles de cables dependientes del problema). Prefiero describirlo de la otra manera: un programa es un manipulador de símbolos abstracto, que puede convertirse en uno concreto suministrándole una computadora. Después de todo, el propósito de los programas ya no es más instruir a nuestras máquinas; en estos días, el propósito de las máquinas es ejecutar nuestros programas.