Frases de Edgar Rice Burroughs - Página 3

01. En las ramas superiores de aquel árbol gigantesco, la mona apretó contra sí el gimoteante chiquillo y el instinto, tan predominante en el ánimo de aquella fiera como lo había sido en el de la tierna y hermosa madre -el instinto del amor materno-, no tardó en transmitir sus ondas tranquilizadoras al cerebro medio formado del cachorro de hombre, que al instante dejó de llorar. Después, el hambre colmó el foso que los separaba y el hijo de un lord inglés y una dama inglesa se amamantó en el pecho de Kala, la gran mona salvaje. "Tarzán de los monos" (1912)

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02. Nunca había sido un hombre enamoradizo, siendo más aficionado a las empresas bélicas y a las luchas que al coqueteo, y según mi opinión era ridículo que uno suspirase apretando en su mano un guante perfumado, cuatro tallas más pequeño que los suyos, o besando una flor marchita que ya empezaba a oler como un repollo. Por eso no supe qué hacer en aquella ocasión. Realmente hubiera preferido afrontar mil veces la furia de las hordas salvajes, que habitan en las simas del mar muerto, a sostener la mirada de la hermosa joven y decirle lo que le debía decir. "Los dioses de Marte" (1913)

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03. El cabecilla de los hombres planta cargó contra el pequeño grupo, y su sistema de ataque fue tan curioso como efectivo, debiendo su poderosa eficacia a su propia rareza, ya que la manera de combatir de los guerreros verdes era inútil para defenderles de tan singular agresión. De ello me convencí sin tardar, notando que se preparaban a resistir desorientados y sin saber con quién tenían que enfrentarse. El hombre planta se lanzó contra el grupo y, a unos doce pies de él, dio un salto para pasar exactamente encima de sus cabezas. Llevaba la poderosa cola levantada y erecta hacia un lado, y al pasar sobre los guerreros verdes la dejó caer con un terrible impulso y aplastó el cráneo de un guerrero como si se tratara de una cáscara de huevo. El grueso del horroroso rebaño iba rodeando con decisión y enorme velocidad al reducido grupo de sus víctimas. Sus prodigiosos saltos y el chillido, o mejor dicho, escalofriante alarido de sus extrañas bocas estaba calculado para confundir y aterrorizar a sus contrarios, así que en cuanto dos de ellos saltaron simultáneamente a ambos lados, el tremendo golpe de sus horribles colas no encontró resistencia y otros dos marcianos verdes cayeron, sufriendo una ignominiosa muerte. "Los dioses de Marte" (1913)

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Edgar Rice Burroughs

Edgar Rice Burroughs
  • 1 de septiembre de 1875
  • Chicago, Illinois, Estados Unidos
  • 19 de marzo de 1950
  • Encino, California, Estados Unidos

Escritor, novelista, corresponsal de guerra y empresario estadounidense, autor de la "Serie marciana" y de la "Serie Tarzán", donde destaca la novela "Tarzán de los monos" (1912).

Sobre Edgar Rice Burroughs

Edgar Rice Burroughs nace en Chicago, siendo el cuarto hijo del empresario George Tyler Burroughs y de María Evaline Zieger.

Tras concurrir a varias escuelas locales, asiste a la Academia Phillips en Andover (Massachusetts), y luego a la Academia Militar de Michigan.

En 1895 Edgar Rice Burroughs intenta entrar en la Academia Militar de Estados Unidos (West Point), pero al no superar el examen de ingreso termina como soldado en Fort Grant (Arizona) y posteriormente es dado de baja por un problema cardíaco.

En 1900 contrae matrimonio con Emma Hulbert y se desempeña en numerosos oficios mal pagos hasta 1911, que comienza a escribir ficción.

Un año después publica la primera obra de la "Serie Tarzán": "Tarzán de los monos" (1912), y obtiene gran éxito.

Con meses de diferencia aparece "Una princesa de Marte" (1912), la primera de once obras que componen la "Serie marciana", siendo "John Carter de Marte" (1943) la última.

Otras obras destacadas son "En el corazón de la tierra" (1914, Serie de Pellucidar), "Los piratas de Venus" (1934, Serie de Venus) y la novela histórica "Yo, bárbaro" (1967).

Tras el ataque a Pearl Harbor (1941) durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Edgar Rice Burroughs solicita permiso para convertirse en corresponsal de guerra, convirtiéndose en uno de los más antiguos con casi 70 años de edad.

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