01. Adiós Madrid. Vuelvo a vivir. Dura raíz, siento al partir que algo de mí se queda aquí ya para siempre: la ardiente ilusión de quererte, ser fuerte y dejarte, sin dejar de amarte.
02. Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan...Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos...
03. Cuando las personas son hacendosas o están habilidosas y hacen cosas lindas, pueden ser artesanos. Hay artesanos-monjitas, artesanos-maestros, artesanos-gauchos, pintores. Algunos viven en el interior. Y hay otras personas que no pueden hacer cosas lindas, pero que compran el diario y saben aritmética y entonces viven en Montevideo.
04. Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa...Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco...
05. Todas las vacaciones, en el tiempo de verano, yo me iba al centro mismo del país, a la ciudad de Trinidad, capital del departamento de Flores, que -tal vez- es el más atrasado de estos departamentos del interior del país; una zona eminentemente ganadera, de grandes latifundios (...) Allí yo he pasado los tres meses de verano, desde que recuerdo hasta los 12 años, desde muy pequeño hasta los 12 años. Allí, claro, aprendí todo lo que sé del campo, aunque más tarde viviera en el campo también, pero ya de adolescente. Aprendí a montar a caballo, a ordeñar; cosas del campo...A caza.