01. (...) Palabras, ah sí, ¡Palabras! Mas palabras de sangre nueva, palabras que son marejadas y erisipelas paludismos y lavas y fuegos de manigua, y llamaradas de carne, y llamaradas de ciudades.
02. ¿Qué puedo hacer yo? Es preciso comenzar. ¿Comenzar qué? La única cosa en el mundo que valga la pena comenzar: el fin del mundo, carajo...
03. (...) Volvería a este país que es mío y le diría: "abrázame sin temor. Si tan solo sé hablar, por ti hablaré".
04. Sabéis que no es por odio contra las otras razas que me obligo a ser cavador de esta única raza...
05. ¡Y ved el árbol de nuestras manos! Hace girar, para todos, las heridas sajadas en su tronco para todos trabaja el suelo.
06. ¡Hacedme rebelde a toda vanidad, pero dócil a su genio como el puño al extremo del brazo! Hacedme comisario de su sangre hacedme depositario de su resentimiento haced de mí un hombre de terminación haced de mí un hombre de iniciación haced de mí un hombre de recogimiento pero haced también de mí un hombre de siembra.
07. La burguesía, como clase, está condenada, lo quiera o no a cargar con toda la barbarie de la historia, con las torturas de la Edad Media y con la Inquisición, con la razón de Estado y con el belicismo, con el racismo y con el esclavismo, en resumen, con todo aquello contra lo cual protestó, y en términos inolvidables, en la época en que, como clase al ataque, ella encarnaba el progreso humano.
08. En el fondo lo que no le perdona [Europa] a Hitler no es el crimen en sí, el crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora sólo concernían a los árabes de Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África.
09. Habría que estudiar primero cómo la colonización trabaja para descivilizar al colonizador, a embrutecerlo en el sentido literal de la palabra, a degradarlo, a despertar en él instintos reprimidos, a la concupiscencia, a la violencia, al odio racial, al relativismo moral, y demostrar que, cada vez que en Vietnam se corta una cabeza y se revienta un ojo y que en Francia se acepta, una niñita es violada y que en Francia se acepta, un Malgache torturado y que en Francia se acepta, hay una adquisición de la civilización que pesa su peso muerto, una regresión universal que se opera, una gangrena que se instala, (...), al final de ese odio racial alentado, de esa jactancia extendida, está el veneno inyectado en las venas de Europa, y el progreso lento, pero seguro, del ensalvajamiento del continente.