01. El fanatismo es la mezcla altamente explosiva de extremismo e imaginación.
02. Las influencias aparecen al principio, pero llegados a un cierto punto, terminan.
03. Los 10 primeros años se pasan haciendo lo que uno puede, y luego ya se empieza a entender algo...
04. El arte de dirigir consiste en saber cuando hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta.
05. El peor daño que podría causarle a mi orquesta es darles una instrucción clara. Eso impediría que se escuchasen unos a otros.
06. Una vez que se escucha cualquier composición grabada con medios digitales, la belleza del sonido es tan apabullante que no tienes más remedio que hacerlo con todas.
07. Un director de ópera serio necesita una preparación de no menos de quince años. No me refiero a prepararse antes de ponerse a dirigir, si no prepararse mientras se dirige; Uno se forma mientras lo hace.
08. Las orquestas, al igual que los aeroplanos, se mueven por sí solas. Hasta que logras aprender esto, siempre hay algo en ti que te empuja a hacer constantemente, cosa que no tiene sentido. El verdadero arte de la dirección es darse cuenta de que la música llega tácitamente, sin que la llames.
09. Desde el primer momento, desde el primer ensayo, supe que eso era lo que quería hacer en mi vida, lo que debería tener y con lo que soñaría los próximos quince años de mi vida. Y cuando me nombraron su director en 1955, fue como si detrás de mí hubieran levantado una pared firme, en la que yo podía apoyarme. Lo sentía así.
10. No me avergonzaba hacer operetas, u ópera ligera, por ejemplo, porque me decía a mí mismo que lo primero era conseguir que las manos se movieran automáticamente, sin pensar, tenerlo todo controlado. Entonces es cuando puedes ser libre, tu mente puede concentrarse en la música, en vez de hacer lo que mucha gente hace: dirigir no música, sino notas y barras de separación de los compases, sobre todo las barras.
11. (...) Esta también es la razón por la que admiro tanto a los artesanos, personas que hacen su trabajo con un gran conocimiento y habilidad. Conocí a un carpintero fabuloso especializado en madera vieja que trabajaba en mi casa de Saint Moritz. El modo en que tocaba y acariciaba cada pieza denotaba que era un hombre extraordinario. Amaba profundamente lo que hacía. Amar lo que uno hace es requisito necesario para ser artista.
12. (...) Yo creo, como afirman muchas escuelas de yoga y budismo Zen, que una vez que un pensamiento bien articulado y concentrado en nuestro cerebro se echa a rodar, queda fijado para siempre. Y ese pensamiento vuelve de nuevo a la vida si nos acercamos a él con mucho cuidado. Éstos son momentos extraordinarios de nuestra vida; los esperamos, nos preparamos para su llegada, pero no podemos llamarlos como llamamos a un camarero. Ocurre....Y ésa es la belleza del momento.