Frases de Emilio Salgari

01. El Corsario Negro es un noble caballero y un noble que nunca falta a su palabra.

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02. ¿Acaso no seguimos siendo los viejos Tigres de Mompracem? - repuso el portugués-. Donde ponemos las garras, arrancamos lo que queremos. ¿Quieres una prueba?

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03. ¡Te amo, Sandokan, te amo como nunca mujer alguna amó sobre la tierra! Sandokan la acarició dulcemente y sus labios besaron los dorados cabellos y la nívea frente de la joven. - ¡Ay de quien te toque ahora, que ya eres mía!

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04. ¡Decidíos, excelencia! Es un hombre feroz que no regateará medios, a cual más horrorosos para conseguir su propósito. Yo soy el Tigre de Malasia; él es el Tigre Blanco. ¿Cuál de los dos es más implacable? Ni yo mismo se lo podría decir.

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05. [Carta a la editorial] A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma.

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06. Los hombres de la canoa lanzaron un grito de alegría. -Que me trague el mar si no es una voz conocida -dijo Carmaux, y añadió-: Sólo un hombre, entre todos los valientes de las Tortugas, puede atreverse a venir hasta aquí, a ponerse a tiro de los cañones de los fuertes españoles: el Corsario Negro.

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07. Se oyó una explosión terrible que hizo temblar las rocas y levantó una inmensa nube de polvo. Era una pequeña bomba de aquel terrible explosivo que el capitán del Centauro había llamado silurite, que había estallado en medio de las fieras. (...) Los efectos causados por esa minúscula bomba eran espantosos.

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08. El mar, en ese lugar, ofrecía un espectáculo horrible. Las olas, detenidas bruscamente en su carrera impetuosa, golpeaban la isla con un estruendo ensordecedor y espantoso. Inmensas columnas de espuma caían, con fragor de trueno, contra las rocas, destrozándolas, pulverizándolas. La ciudad flotante, golpeada por todos lados, chocaba y volvía a chocar contra la costa.

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09. ¿No podemos intentar nada para arrancarlos de las manos de la muerte? -preguntó Toby, que se encontraba al otro lado del capitán. - ¿Qué quieren hacer? ¡Si bajamos, las olas nos llevarán sin que podamos ayudar a los habitantes de esa pobre ciudad! -Se me rompe el corazón viéndolos morir de ese modo. -Piense que está asistiendo al naufragio de un barco. El océano, de cuando en cuando, reclama sus víctimas.

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10. Montañas enormes, los llamados icebergs, aparecían de cuando en cuando, flotando peligrosamente, bamboleándose entre las olas y amenazando con embestir a la pequeña nave. Ésta, con una rápida maniobra, los evitaba, lanzándose en medio de los bancos, a los que superaba impetuosamente y destrozaba con su propio peso. Ninguna otra nave se divisaba en ese mar. Desde que las ballenas y las focas habían desaparecido, aquellas aguas se habían vuelto desiertas.

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11. ¡Por Dios! El mundo tiene derecho a vivir y trabajar tranquilamente sin ser perturbado. Al que molesta se lo manda al reino de las tinieblas, y les aseguro que nadie lo lamenta. El capitán había dicho la verdad cuando aseguró que la comida no faltaría. En medio de las algas, formadas por racimos oscuros, muy ramificados, con cortos pedúnculos dotados de hojas lanceoladas, se deslizaban miríadas de pequeños peces, planos, deformes, con una boca muy ancha, de apenas un centímetro de largo, del género antennarius y del octupus purpúreo, y saltaban pequeños cefalópodos y grandes cangrejos, ocupados en hacer verdaderos estragos entre sus infortunados vecinos. - ¡Qué desgracia no tener una buena sartén y una botella de aceite! -murmuraba Brandok, que no perdía el tiempo-. ¡Qué buena fritada podríamos hacernos! La caza, ya que en vez de pesca se trataba de una verdadera caza, duró apenas media hora y fue muy abundante.

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Emilio Salgari

Emilio Salgari
  • 21 de agosto de 1862
  • Verona, Italia
  • 25 de abril de 1911
  • Turín, Italia

Escritor, novelista y periodista italiano, creador del pirata Sandokán y autor de "Los misterios de la jungla negra" (1895), "Los tigres de Mompracem" (1896), "Sandokán, el tigre de la Malasia" (1900), "La venganza de Sandokan" (1907), "El corsario negro" (1898) y "Los piratas de las Bermudas" (1909).

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