01. Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre.
02. He asesinado a Dios con mi pereza mis palabras mis gestos y mis cantos obscenos.
03. La poesía nace con el exceso, la desmesura, con la búsqueda acuciada por lo vedado.
04. Y yo busco para mi país no corazones de dátil, sino corazones de hombre.
05. No me entierro en un particularismo estrecho. Pero tampoco quiero perderme en un universalismo descarnado. Hay dos maneras de perderse: por segregación amurallada en lo particular o por disolución en lo "universal". Mi concepción de lo universal es la de un universal depositario de todo lo particular, depositario de todos los particulares, profundización y coexistencia de todos los particulares.
06. África ya no es, por el diamante del infortunio, un negro corazón que se estría; nuestra África es una mano fuera del guante del púgil, una mano derecha con la palma hacia delante y los dedos muy juntos; es una mano tumefacta, una-herida-mano-abierta, tendida, blancas, morenas, amarillas, a todas las manos, a todas las manos heridas del mundo.
07. Y sobre todo cuerpo mío y también alma mía, guardaos de cruzar los brazos en la actitud estéril del espectador, porque la vida no es un espectáculo, porque un mar de dolores no es un proscenio, porque un hombre que grita no es un oso que baila...
08. Soy el que canta con la voz aherrojada en el jadeo de los elementos. Es dulce ser nada más que un pedazo de madera, un corcho, una gotita de aguas torrenciales del comienzo y del fin. Es dulce abandonarse en el corazón destrozado de las cosas.
09. Si los negros no fueran un pueblo, digamos, de vencidos, un pueblo de desventurados, un pueblo humillado, etc.; si se invierte la Historia y se hiciera de ellos un pueblo de vencedores no existiría la negritud. Yo no defendería la negritud, me parecería insoportable.
10. Nosotros, hombres de color, en este preciso momento de la evolución histórica, hemos tomado posesión, en nuestra conciencia, de todo el campo de nuestra singularidad y estamos listos para asumir en todos los planos y en todos los dominios las responsabilidades que se derivan de esta toma de conciencia.
11. (...) Haced de mí el ejecutor de estas altas obras ha llegado el tiempo de fajarse como un hombre valiente pero haciéndolo, corazón mío, libradme de todo odio, no hagáis de mí ese hombre de odio para quien sólo tengo odio.
12. Al morir el alba... Ándate, le dije, hocico de policía, hocico de vaca, ándate, detesto a los lacayos del orden, a los abejorros de la esperanza.