No hables si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio.
La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía.
Hasta la raíz más pequeña encuentra su leñador.
El hombre que no sabe sonreir, no debe abrir tienda.
La sabiduria no se traspasa, se aprende.
Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.
La primera vez que me engañes la culpa será tuya; la segunda vez, la culpa será mía.
Al perro que tiene dinero se le llama señor perro.
Atiende más a la mirada del sabio que al discurso del necio.
Castiga a los que te envidian haciéndoles el bien.
Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.
Del árbol del silencio pende el fruto de la seguridad.
Los proverbios árabes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de los antiguos sabios árabes. Muchas son observaciones acuñadas por la experiencia colectiva a lo largo del tiempo, con temas que van desde la meteorología hasta el destino invariable y fatalista de existencia. Constituyen el bagaje cultural del pueblo árabe en tiempos en los que la tradición oral pasaba la sabiduría popular de una generación a otra.