El socialismo utópico constituye la primera manifestación doctrinaria del movimiento socialista y tuvo origen en Francia.
Las duras condiciones de la revolución industrial y la gran injusticia social que generó estimularon la formación de un pensamiento igualitario: el socialismo utópico, llamado así por su romanticismo e idealismo.
Sus representantes se preocupaban más por abolir las injustas diferencias sociales, que por sentar las bases de nuevos principios económicos.
El socialismo utópico tuvo así un marcado carácter moralista y ético.
El término "socialismo utópico" fue introducido por Karl Marx para distinguir tal corriente utópica del socialismo científico, basado en un análisis científico de la realidad social.