Frases de Terapia

Terapia

13 frases de Terapia (Therapy) de David Lodge... Un exitoso guionista de televisión, casado y con una amante platónica sufre unos inexplicables dolores de rodilla y se lanza al mercado de las terapias, con sus inefables promesas de instantánea curación.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de David Lodge son: depresión, terapia, divorcio, crisis de la mediana edad, matrimonio sin amor, angustia, camino de santiago, peregrinación, amor platónico, infidelidad.

Frases de David Lodge Libros de David Lodge

Frases de Terapia David Lodge

01. Estoy dispuesto a seguir cualquier clase de terapia, excepto la quimioterapia.


02. No me fastidia tanto el dolor como las limitaciones que impone a mi capacidad para realizar ejercicio físico. El deporte era la mejor terapia para mí.


03. Pero resulta que fui a los Estados Unidos, donde, al parecer, se han dado cuenta de que hay hombres que tienen los brazos más cortos de lo normal (en Gran Bretaña, no sé por qué, sólo se supone que puedes tenerlos más largos de lo normal), y compré en Brooks Brothers.


04. (...) Cuando se reía, la punta de su naricita se contraía y se arrugaba como la de un conejo.


05. Dicen que dentro de cada obeso hay un hombre delgado que pugna por salir al exterior, y yo escucho sus sordas recriminaciones cada vez que me miro en el espejo del cuarto de baño.


06. Era tarde, estaba cansada y tenía tantas ganas de follar como un saco de coles de Bruselas.


07. (...) La aromaterapia es más fácil. Todo lo que tienes que hacer es tumbarte y dejar que el terapeuta te dé masajes con unos aceites que se llaman esenciales.


08. Mi melancolía es la amante más fiel que he conocido.


09. Siempre he soñado poco. Lo cual sólo quiere decir, según tengo entendido, que no recuerdo mis sueños, porque no paramos de soñar mientras dormimos, o al menos eso dicen. Es como si dentro de mi cabeza parpadeara durante toda la noche un televisor sin que nadie lo mirara. Sintonizado con el Canal de los Sueños. Me gustaría grabar en Video sus programas. Quizá así tendría una pista de lo que me Ocurre. No me refiero a lo que le ocurre a mi rodilla, sino a mi cabeza. A mi mente. A mi alma.


10. Me pareció el colmo que, encima de todos los problemas que ya tenía, me aquejara un misterioso dolor en la rodilla. Por descontado, sé que hay muchas cosas todavía peores que pueden afectarle a uno físicamente. Entre otras, el cáncer, la esclerosis múltiple, la degeneración de las neuronas motoras, el enfisema, la enfermedad de Alzheimer y el sida. Sin olvidar afecciones con las que puedes nacer, como la distrofia muscular, la parálisis cerebral, la hemofilia y la epilepsia. ¿Y qué decir de las guerras, las epidemias y el hambre? Pero lo curioso es que saberlo no hace más soportable el dolor en tu rodilla.


11. Uno de los factores más deprimentes relacionados con la depresión es el hecho de saber que hay muchísima gente en el mundo que tiene bastantes más razones que tú para sentirse deprimida y darte cuenta de que ese conocimiento, en vez de librarte de tus neuras, sólo hace que te desprecies más a ti mismo y, por tanto, que te sientas todavía más deprimido. La forma más pura de depresión es aquella en que no puedes dar ninguna razón, absolutamente ninguna, que justifique por qué te sientes deprimido. Como dice B en O lo Uno o lo Otro: Una persona que sufre una desgracia o una aflicción, sabe cuáles son las causas de esa desgracia o esa aflicción. Si le preguntas a un melancólico qué le hace sentirse triste, te contestará: "No tengo la menor idea, no puedo explicarlo". En eso reside la infinitud de la melancolía.


12. ¿Quieren saber cuál es la diferencia entre un psiquiatra y un terapeuta cognitivo-conductista? Bueno, tal como lo veo yo, un psiquiatra intenta descubrir las causas ocultas de tu neurosis, mientras que el terapeuta cognitivo-conductista trata los síntomas que te hacen sentir desgraciado. Por ejemplo, si padeces claustrofobia en trenes y autobuses, un psiquiatra procuraría descubrir alguna experiencia traumática en tu vida anterior que fuera la causa. Tal vez que cuando eras niño y viajabas en tren abusó sexualmente de ti un adulto que se sentaba a tu lado mientras el convoy pasaba por un túnel; digamos que te metió mano aprovechándose de la oscuridad, y que tú estabas tan aterrorizado y avergonzado que cuando el tren salió a la luz del día no te atreviste a acusar al hombre y nunca se lo explicaste a tus padres ni a nadie, sino que te esforzaste por suprimir aquel recuerdo por completo. Una vez llegado a esta conclusión, el psiquiatra trataría de hacerte recordar esa experiencia para demostrarte que no fue tuya la culpa, y te curarías de la claustrofobia. Por lo menos, en teoría. El problema es, como subrayan los terapeutas cognitivo-conductistas, que os podríais pasar toda la vida intentando descubrir la experiencia traumática suprimida, suponiendo que existiera.


13. Es imposible describir la belleza con palabras.

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