Frases de Lo bello y lo triste

Lo bello y lo triste

30 frases de Lo bello y lo triste (Utsukushisa to kanashimi to) de Yasunari Kawabata... Impulsado por la nostalgia, Oki Toshio, un escritor casado, decide viajar a Kioto para oir las campanas del templo en el Año Nuevo y ver a Otoko, antigua amante. Un cruel drama de amor y destrucción.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Yasunari Kawabata son: venganza, autobiografía, monasterio, celos, pobreza, homosexualidad, amante, triángulo amoroso, crueldad.

Frases de Yasunari Kawabata

Frases de Lo bello y lo triste Yasunari Kawabata

01. Otoko seguía amando a Oki (... ). ¿Pero era posible que esos amores hubieran permanecido inalterables desde los tiempos en que habían sido una realidad tangible? ¿No cabía la posibilidad de que algo de esos mismos amores se hubiera transformado sutilmente en amor por si misma?


02. Se preguntó si era su juventud y su inocencia lo que habían dado tanta intensidad a ese amor. Quizás eso explicara su pasión ciega e insaciable. Cuando en un espasmo mordía el hombro de Oki, ni siguiera advertía la sangre que manaba de la herida.


03. Con todo, no podía reprimir los vívidos recuerdos de aquella pasión, su cuerpo se ponía tenso y comenzaba a temblar. Por fin la tensión se aflojaba y una deliciosa sensación de plenitud recorría sus miembros. Su amor del pasado había vuelto a la vida.


04. Era tonto buscar el pezón izquierdo contra la voluntad de la muchacha en el primer encuentro. Oki había preferido explorar los puntos donde ella recibía con más placer sus caricias. Los encontró. Y entonces, justo cuando comenzaba a comportarse con más rudeza, la oyó pronunciar el nombre de Otoko.


05. Con el correr del tiempo, el recuerdo de aquel abrazo se fue purificando dentro de Otoko; fue dejando de ser algo físico para convertirse en algo espiritual. Ahora ella ya no era pura y sin duda Oki tampoco lo era. Y sin embargo, su antiguo abrazo, tal como lo veía ahora, parecía puro. Aquel recuerdo -en el que ella intervenía y no intervenía, que parecía real e irreal- era una visión sagrada, una visión sublimada del abrazo de antaño.


06. Un día, mientras escribía una carta, Otoko abrió el diccionario para consultar el ideograma "pensar". Al repasar los restantes significados (añorar, ser incapaz de olvidar, estar triste) sintió que el corazón se le encogía. Tuvo miedo de tocar el diccionario...Aun ahí estaba Oki. Innumerables palabras se lo recordaban. Vincular todo lo que veía y oía con su amor equivalía a estar viva. La conciencia de su propio cuerpo era inseparable del recuerdo de aquel abrazo.


07. El tiempo pasó. Pero el tiempo se divide en muchas corrientes. Como en un río, hay una corriente central rápida en algunos sectores y lenta, hasta inmóvil, en otros. El tiempo cósmico es igual para todos, pero el tiempo humano difiere con cada persona. El tiempo corre de la misma manera para todos los seres humanos; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo.


08. Antes, los eruditos sabían chino y escribían una prosa correcta y armoniosa. La gente no habla así. Todos los días aparecen palabras nuevas, simpáticas como esas ratitas. Y, como a esas ratitas, no les importa lo que roen. Las palabras cambian con tanta rapidez que uno experimenta vértigo. Por eso su vida es muy breve, y aunque sobrevivan se vuelven obsoletas...Como las novelas que escribimos.


09. -Sí, en invierno hace mucho frío aquí -asintió Otoko. -Dudo que perdure hasta el invierno. - ¿A qué te refieres? -A su amor. Algunos de ellos ya no tendrán ganas de ver al otro para entonces. - ¿De modo que pensabas en eso? ¿Por qué tienes que preocuparte por una cosa así, a tu edad? - ¡Porque no soy tan tonta como tú, que has pasado veinte años enamorada de alguien que arruinó tu vida! Otoko permaneció en silencio. -Oki te abandonó pero tú te has negado a reconocerlo.


10. La novela no podría haber existido sin su historia de amor. Y esa historia era la razón de que la novela fuera tan leída. Si él no hubiera conocido a Otoko, nunca habría sabido lo que era un amor como aquél. El encontrar un amor como aquél a los treinta años podía considerarse una fortuna o una desdicha –él no habría sabido decir qué era–, pero no cabía duda de que había posibilitado su exitoso debut como autor.


11. Los bosques desfilaban junto a la ventanilla, desdibujados por una espesa bruma que sugería tibieza. Muy arriba de la bruma, las blancas nubes estaban bañadas en una luz trémula, que parecía ser irradiada por la tierra. Pero a medida que el tren avanzaba, el cielo se despejó en su totalidad. Los rayos de sol penetraban oblicuamente por las ventanillas e iluminaban todo el vagón... Un macizo de bambú exhibía sus hojas amarillentas. Del lado del mar, olas centelleantes se derramaban sobre la playa, contra el fondo negro de un saliente rocoso.


12. Desde la galería del estudio sólo se veía el jardín interior del templo, la residencia principal interrumpía la vista. Era un jardín oblongo, no muy artístico, pero la luna bañaba la mitad de su superficie, de modo que hasta las piedras exhibían colores variados por efectos de las luces y sombras. Una azalea blanca parecía flotar en la oscuridad. El arce rojo que se levantaba cerca de la galería aún tenía hojas tiernas, pero la noche los oscurecía. En la primavera, la gente solía tomar por pimpollos las yemas rojo-brillantes de aquel árbol y preguntaban de qué flor se trataban.


13. El dolor la había dejado exhausta; apenas si podía trazar planes para el día siguiente. ¿Cómo pensar entonces en un futuro lejano?


14. En lo más profundo de tu corazón sigues enamorada de él... Supongo que en una mujer, hasta el odio es una forma del amor.


15. ¿Pero era posible que esos amores hubieran permanecido inalterables desde los tiempos en que habían sido una realidad tangible? ¿No existía la posibilidad de que algo de esos mismos amores se hubiera transformado sutilmente en amor por sí misma?


16. El sonido profundo de una enorme campana de templo budista resonaba con largos intervalos y la prolongada reverberación traía a la conciencia el Japón de antaño.


17. La butaca que giraba en el vagón panorámico volvió a su memoria. Era como si viera su propia soledad, que giraba y giraba dentro de su corazón.


18. Pero, como le decía, es muy distinto ser modelo de un novelista. Es un sacrificio sin recompensa. – ¡Adoro sacrificarme! Quizás ésa sea la razón de mi vida.


19. A no ser por la mirada melancólica de sus ojos, nadie habría advertido su tristeza. Y hasta esa ocasional sombra sólo contribuía a acentuar su belleza.


20. Los árboles parecían cubiertos por flores de rocío. Era la sutil floración de la lluvia de primavera; una floración que casi todos pasaban por alto.


21. Siempre recordaré que estuve en tus brazos frente a una antigua sepultura, en una mañana como ésta. Es muy extraño que una tumba cree un recuerdo.


22. Si no te casas, las dos estaremos entre los muertos no llorados. - No sé qué significa eso. - Son los muertos que no dejan descendientes que los lloren.


23. De todos modos, cumple esta promesa. Regresaremos enseguida. Quisiera estar a solas contigo en el lago por unos minutos. Quiero que nos abramos paso a través de nuestro destino y que flotemos sobre las aguas. El mañana siempre se nos escapa. Vayamos hoy.


24. ¿Por qué no hablas? –preguntó–. ¿Por qué estás tan callado? Es una crueldad de tu parte. Tironeó la cortina con gesto caprichoso. – ¿No te parece que es una vista hermosísima? –Sí. Es hermosísima. Pero yo estaba pensando en lo hermosa que eres tú.


25. ¿Pero cuánto durará esa belleza? A las mujeres nos entristece pensar en eso.


26. –Sírveme un poco de té –susurró. Él levantó la taza y se la tendió. –De tu boca.


27. (...) Es lo mismo que esperar el pasado... El tiempo y los ríos no corren para atrás.


28. ¡El hombre es la medicina que da vida a la mujer! Todas las mujeres tienen que consumirla.


29. ¿Por qué florecía aquel loto en medio de una hoguera? ¿Por qué no se marchitaba?


30. No me importa que sólo dure cinco o diez días, pero necesito a alguien que pueda hacerme olvidar completamente de mí misma.

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