
11 frases de Indignación (Indignation) de Philip Roth... Historia de la educación de un joven judío, hijo único de una familia de carniceros kosher del Newark de la década de 1950. Antisemitismo, represión sexual y la guerra de Corea.
- 01. Frases de Indignación
- 02. Obras similares
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Philip Roth son: sentido de la vida, crueldad, eternidad, mayoría de edad, guerra de corea, escapar, represión, antisemitismo, judíos, aislamiento, historia de de estados unidos.
Frases de Philip Roth Libros de Philip Roth
Frases de Indignación Philip Roth
01. ¿Será éste el fin de la eternidad, rumiar una y otra vez sobre las nimiedades de toda una vida?
02. La debilidad del prójimo puede destruirte tanto como su fuerza. Los débiles no son inofensivos. Su debilidad puede ser su fuerza.
03. Como no creyente, suponía que la otra vida carecía de reloj, de cuerpo, de cerebro, de alma, de dios...De cualquier cosa con forma, contorno o sustancia, descomposición absoluta.
04. Debes estar por encima de tus sentimientos. No soy yo quien te lo exige: es la vida. De lo contrario los sentimientos te arrastrarán. Te arrastrarán al mar y desaparecerás para siempre.
05. No estoy incumpliendo ninguna ley, mi conducta no causa daño ni perjuicio a nadie y en nada de lo que he hecho he vulnerado los derechos de nadie. Si se están vulnerando los derechos de alguien, son los míos.
06. Como en la vida, sólo sé lo que es, y en la muerte lo que es resulta ser lo que fue. No sólo estás encadenado a tu vida mientras la vives, sino que sigues atado a ella cuando te has ido.
07. Salí y me encontré en un hermoso campus de una universidad del Medio Oeste en un día espléndido, diáfano, soleado, otro gran día de otoño, y a mi alrededor todo proclamaba gozosamente: "¡Deléitate en el géiser de la vida! ¡Eres joven y exultante y lleno de entusiasmo!".
08. Más allá de vuestras residencias hay un mundo en llamas, y a vosotros os enciende la ropa interior. Más allá de vuestras fraternidades, la historia se despliega a diario: guerra, bombardeos, matanza sistemática, y vosotros estáis totalmente ajenos a todo eso. ¡Pues bien, no estaréis ajenos durante mucho más tiempo! Podéis ser todo lo estúpidos que queráis, incluso podéis dar todas las señales, como hicisteis aquí el viernes por la noche, de querer ser apasionadamente estúpidos, pero al final os atrapará la historia. Porque la historia no es el telón de fondo... ¡La historia es el escenario! ¡Y vosotros estáis en el escenario! ¡Ah, qué deprimente es vuestra terrible ignorancia de la época en que vivís!
09. La señorita Clement era una solterona de mediana edad, rechoncha y de cabello gris, el epítome de la enfermera atenta y de habla suave, a la vieja usanza, que incluso llevaba una cofia blanca almidonada, a diferencia de la mayoría de las enfermeras más jóvenes del hospital. Después de la operación, cuando tuve que usar la cuña por primera vez, me tranquilizó discretamente diciéndome: "Estoy aquí para ayudarte cuando lo necesites, y ésta es la ayuda que necesitas ahora, así que no tienes por qué sentirte avergonzado", todo ello mientras me colocaba suavemente sobre la cuña, luego me limpiaba suavemente con pañuelos de papel humedecidos y finalmente retiraba la cuña con mis heces y volvía a acomodarme bajo las sábanas.
10. Declara que la religión se basa fundamentalmente en el miedo: el miedo a lo misterioso, el miedo a la derrota y el miedo a la muerte. El miedo, para Bertrand Russell, es el padre de la crueldad, y, por lo tanto no es de extrañar que la crueldad y la religión hayan ido de la mano a lo largo de los siglos. Conquistad el mundo por medio de la inteligencia, dice Russell, y no por estar sometidos como esclavos bajo el terror que conlleva vivir en él. Llega a la conclusión de que el concepto de Dios es indigno de hombres libres. Ésos son los pensamientos de un ganador del premio Nobel reconocido por sus aportaciones a la filosofía y por su dominio de la lógica y la teoría del conocimiento, y estoy totalmente de acuerdo con ellos.
11. ¿Será este el fin de la eternidad, rumiar una y otra vez sobre las nimiedades de toda una vida? ¿Quién podría haber imaginado que uno tendría que recordar constantemente cada momento de la vida hasta en su más minúsculo componente? ¿O acaso este más allá sea tan solo el mío y, de la misma manera que cada vida es única, así también lo es la otra vida, cada una de ellas una huella dactilar imperecedera de un más allá distinto al de cualquier otro? No tengo manera de saberlo. Como en la vida, solo sé lo que es, y en la muerte lo que es resulta ser lo que fue. No solo estás encadenado a tu vida mientras la vives, sino que sigues atado a ella cuando te has ido. O, una vez más, tal vez eso solo me ocurra a mí.