9 frases de El veredicto (The brass verdict) de Michael Connelly... Libro de Michael Connelly.
Frases de El veredicto Michael Connelly
01. No hay nada que puedas hacer con el pasado... Salvo mantenerlo allí.
02. Salí a la terraza, esperando que la ciudad me sacara del abismo en el que había caído. La noche era clara, fría y reparadora. Los Ángeles se extendía delante de mí en un tapiz de luces, cada una un veredicto sobre un sueño. Alguna gente vivía el sueño y otra no. Algunos cumplían con el diez por ciento de sus sueños y otros los mantenían pegados al corazón y tan sagrados como la noche. No estaba seguro de que me quedara siquiera un sueño. Sentía que sólo tenía pecados que confesar.
03. He aprendido a lo largo de los años que en ocasiones si haces la misma pregunta más de una vez puedes obtener respuestas diferentes.
04. Está muerto...Murió hace dos años en su celda de Corcoran; hemorragia interna. Cuando lo abrieron, encontraron una navaja hecha con un cepillo de dientes en la cavidad anal. Nunca se determinó si se lo había introducido él mismo para guardarlo o alguien lo hizo por él, pero fue una buena lección para el resto de los reclusos. Hasta pusieron un cartel: nunca te metas objetos afilados por el culo.
05. Un juicio es un concurso de mentiras. Y en la sala todo el mundo lo sabe.
06. Cuando estás sentado a la mesa de la defensa el truco es ser paciente. Esperar. No a cualquier mentira, sino a aquella a la que puedes aterrarte y usarla como un hierro candente para fraguar una daga. Después usas esa daga para desgarrar el caso y desparramar sus tripas por el suelo. Ese es mi trabajo: forjar la daga. Afilarla. Usarla sin misericordia ni cargo de conciencia. Ser la verdad en un sitio donde todo el mundo miente.
07. Ser inocente no basta. En ocasiones condenan a hombres inocentes, y en el fondo todo el mundo lo sabe. Por eso nunca he encontrado a un hombre verdaderamente inocente que no estuviera asustado; asustado porque el sistema no funcione bien, porque esté construido para declarar culpables a los culpables y no para declarar inocentes a los inocentes.
08. Nos sirvieron los platos y yo eché una buena cantidad de salsa Tabasco en el bistec y los huevos. En ocasiones, la salsa picante era la única forma que tenía de saber que seguía vivo.
09. Parecía que las cosas más importantes de la vida eran las más fáciles de romper.