Frases de El juego de las tres cartas

El juego de las tres cartas

19 frases de El juego de las tres cartas (Il gioco delle tre carte) de Marco Malvaldi... Libro de Marco Malvaldi.

Frases de Marco Malvaldi

Frases de El juego de las tres cartas Marco Malvaldi

01. En síntesis, la conclusión a la que habían llegado era que los interinos de la investigación eran considerados por la universidad y por el ministerio más o menos como la flora bacteriana intestinal: unos parásitos. Parásitos buenos, se entiende: necesarios para el buen funcionamiento del organismo (puesto que son los interinos los que realmente trabajan en el laboratorio), pero mantenidos con vida a través de los últimos restos de los recursos ingeridos y, en definitiva, en una situación objetivamente de mierda.


02. Si ocurre una desgracia, lo mandan siempre a él, pobre hombre. Cuando lo ve, hasta el cura se toca las pelotas.


03. En el periódico es un accidente... También la novia de Taccini adujo que había sido un accidente pero, mientras tanto, se había quedado embarazada mientras él estaba de soldado en Grecia. ¡Hay que decir que algunos accidentes ocurren si los haces suceder!


04. ¡Muy bonito! Se ha olvidado. Mira, joder, que yo tengo ochenta y pico años. Tú tienes cincuenta menos. ¡Si hay alguien aquí que tenga derecho a distraerse soy yo, no tú! El problema es que tú sólo tienes memoria para las cosas que te interesan. Para el bar, sí. Para las matemáticas, sí. Para el fútbol, también. Para tu abuelo, no. ¡Porque a ti tu abuelo te importa un pimiento!


05. (...) Con cualquier posible estrategia, desde la justificación del acto como no criminal hasta la más obstinada negación de la evidencia. Un comportamiento semejante, el de una persona que se rinde y asume su responsabilidad, aunque haya ido mucho más allá de sus intenciones, no se lo esperaba.


06. (...) Ni siquiera tenía el aspecto de alguien que contara con un trabajo de cualquier clase o que hubiera trabajado un minuto en toda su vida.


07. La jornada en que ocurrirá una desgracia empieza siempre como todas las demás; hasta que sucede algo, es una jornada cualquiera.


08. Indiferentes a la presencia de un cerebro en el interior de la caja craneal, los responsables de la concejalía habían proyectado y realizado una serie de modificaciones delirantes, sin ninguna consideración por el hecho de que una red viaria debería servir para que los vehículos pudieran viajar y no para las fantasías enfermas de supuestos Le Corbusier con el sentido práctico de una gallina de Guinea.


09. Dos homicidios en dos veranos seguidos en una población de cinco mil almas. Esto terminará siendo como el pueblo de la señora de "Se ha escrito un crimen". Sí, ésa que vive en un pueblucho de tres mil habitantes donde cada día matan a una, luego cada tanto la invitan de alguna parte a pasar el fin de semana y ¡Zas! , matan a alguien también allí. Pero ¿Será posible que aún no se hayan dado cuenta de que la vieja señora es gafe? ¿Para qué la invitan al campo?


10. Uno de los aspectos más irritantes del ser humano es la ridícula convicción de que no somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones, como testimonia la infantil desenvoltura con que demasiado a menudo atribuimos a la voluntad del Azar el desastroso resultado de nuestras pifias.


11. La mañana de un día sereno, después de jornadas de lluvia y viento, siempre pone de buen humor. El aire es terso, límpido y cristalino, está depurado de todas sus nanoscópicas asquerosidades y te entra en los pulmones fácilmente, sin ningún esfuerzo, dándote una maravillosa sensación de convalecencia. Desde lejos, las montañas se muestran en todos sus detalles, ya no ofuscadas por el manto de polvo y contaminación que de costumbre apesta la atmósfera, y la ciudad misma parece más limpia, más definida y más real.


12. (...) Asustados ante la posibilidad de que el automovilista pisano pudiera apoltronarse, los solícitos trabajadores de la concejalía de tráfico habían creado, mediante la red viaria, una auténtica ciudad paralela, una especie de perverso laberinto de direcciones prohibidas, rotondas absurdas y atascos dantescos. La ciudad paralela estaba, a su vez, habitada por ciudadanos paralelos, los automovilistas, avatares temporales de carne y hueso que, aprisionados en el interior de su habitáculo, asimismo embotellado en la ineludible densidad del tráfico urbano.


13. Cuando desafiamos nuestras costumbres, somos plenamente conscientes de que las probabilidades de victoria son exiguas y, precisamente, la excepcionalidad de tal éxito hincha el victorioso pecho de satisfacción y lo cubre con un aura de heroísmo en las raras ocasiones en que conseguimos embaucar a la rutina.


14. (...) Me confirmó que en el ordenador no había ninguno de los programas que sirven para hacer estas cosas y que, por tanto, ese ordenador era prácticamente inútil. Desde el punto de vista usual, tenía incluso razón. Pero desde un punto de vista general, no. El ordenador podía ser usado para desempeñar su función primordial, es decir, hacer cuentas.


15. La ley dice que, cuando una persona muere, un médico debe establecer las causas del deceso. Si las causas del deceso están claras, las apunta en un certificado y la fiesta ha terminado. Si, por lo contrario, no están claras o no son inmediatamente atribuibles a causas naturales, el médico no firma el certificado de defunción y llama a una autoridad judicial.


16. Toda persona interactúa con los demás seres humanos en función del papel que atribuye a cada uno de ellos. Frente al maestro hay quien escucha y quien se distrae, y a la vista del papa hay quien se inclina y quien se cabrea.


17. Pero ¿De verdad es tan tonto ese pobre hombre?


18. (...) Es uno de esos que dividen el mundo en buenos y malos. Los que están de su parte son buenos, están en lo correcto y dicen siempre la verdad. Los demás son malos, mienten hasta cuando roncan y solo tienen en cuenta sus propios intereses.


19. El setenta por ciento de la comunicación humana es no verbal, cuando Bill Clinton aseguró "nunca he practicado sexo con esa mujer" sus manos, que se alejaban del cuerpo con las palmas hacia abajo, están comunicando "estoy mintiendo". Cuando nuestra ex novia, sentada en el sofá, mantenía brazos y piernas estrechamente cruzados mientras le explicábamos por qué habíamos tenido el móvil apagado toda la tarde, nos estaba comunicando "estate atento, guapo, no soy tan tonta como crees. Sé perfectamente con quién estabas y qué hacías, y en cuanto te calles te crucifico".

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