34. Algunas querían la libertad para ser quienes quisieran, otras queríamos la libertad de que nadie nos molestara.
35. Es más fácil que los horrores te alcancen una vez que ya no tienes nada que hacer.
36. Algunas personas se quedan rotas. Algunas otras recogen sus partes y las vuelven a unir con todos los filos hacia afuera.
37. Y en ese momento, cuando estaba tan cerca de romperse él también, no tuve el corazón de decírselo.
38. Pasamos tanto tiempo viviendo en la terrible fantasía de alguien más que ya no sabemos cómo ser reales.
39. Gracias por todo, de verdad. Hiciste que las cosas fueran mucho más fáciles de lo que podían haber sido.
40. Estaba tan rota por el sometimiento a sus intereses, tan absolutamente enamorada de él, que nunca intentó escapar, nunca intentó contarle a nadie sobre el Jardín.
41. Era guapo al estilo insulso de los modelos; ya sabe, ese tipo de belleza que en realidad parece ordinaria porque te la echan en cara todo el tiempo.
42. Si bien nunca había tenido mucha esperanza, tampoco había caído en la desesperanza; pero en ese momento podía sentir ahogándome con cada recuerdo.
43. Me gustaba el Jardín por la noche por la misma razón que me gustan los cuentos de hadas originales. Era lo que era, nada más y nada menos.
44. Con el tiempo aprendes cosas, y esa es una de las más grandes que aprendí sobre él. Quería más alegría en la vida de la que podía encontrar.
45. Intentar encontrarle un sentido a por qué el Jardinero hacía lo que hacía era un ejercicio inútil, además de completamente innecesario. No teníamos que saber por qué. Sólo había que saber qué.
46. Ese invernadero era el mundo real, con jardineros de los que nadie se escondía y puertas que conducían al Exterior, donde las estaciones cambiaban y la vida era una cuenta regresiva hasta los veintiún años.
47. Debí haber reconocido la desesperación en su voz, el tono de sus palabras; pero esa era otra cosa ante la que el Jardín te insensibilizaba. Al igual que la belleza, el miedo y la desesperación eran tan comunes como respirar.