
36 frases de El diario de la princesa (The princess diarist) de Carrie Fisher... Recuerdo íntimo y revelador de lo que sucedió dentro y fuera de "Star Wars episodio IV: Una nueva esperanza", además de reflexionar sobre la fama y el absurdo de una vida inventada por la realeza de Hollywood.
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Frases de El diario de la princesa Carrie Fisher
01. ¿Podrías volver a reconstruir mi corazón? ¿Por favor?
02. ¿Cuál es el acertijo? Yo hablando tanto y diciendo tan poco.
03. Para amar a alguien, tiene que quedarse quieto; mis opciones siempre están huyendo.
04. Debo aprender algo de mis errores, en lugar de establecer un nuevo récord.
05. Me comporto como alguien en un refugio antiaéreo que intenta levantarle ánimo a todo el mundo.
06. No dejes que lo que crees que piensan de ti haga que te detengas y cuestiones cuanto eres.
07. Si observas a la persona que escoges para tener "una relación", verás lo que piensas de ti misma.
08. Menos realimentación emocional e intelectual, menos tibieza, menos aprobación, menos paciencia y menos reacción. Cuanto menos, mejor.
09. Examiné todas las opciones y escogí la más probable: nada de inversiones emocionales, nada de amor... Solo la obsesión.
10. Tener a alguien como tú es muy peligroso, porque tarde o temprano descubrirás que no soy la persona que pensabas.
11. A menudo suponemos que cuando la superficie ofrece tan escasa profundidad debe de ser insondable. Lo inaccesible ha de merecer necesariamente la pena.
12. Me asusta el poder sobre mí que le he otorgado y del que casi con toda seguridad abusará solo por no ser totalmente consciente de que lo tiene.
13. No hace falta tener sentido del humor para engañarte a ti misma, pero tenerlo resulta útil para casi todo lo demás, en especial para las peores cosas.
14. Resulta difícil seducir a los buitres, a menos que te estés pudriendo bajo el sol del mediodía. Pudriéndote despreocupadamente... Un cadáver con mucha labia.
15. Estar dentro de mi cabeza no tiene nada de atractivo. Es un lugar agradable de visitar, pero no quiero vivir ahí dentro. Está demasiado concurrido, hay demasiadas trampas y escollos.
16. (...) Pero un día, cuando bajas la guardia, adviertes que lo ve. Ambos te descubren, tú y él. Te descubren actuando, y entonces estás perdida. No: siempre estuviste perdida.
17. Puede que no quieran hacerte daño, que incluso les caigas bien, y eso sería lo peor, porque, ¿Qué puedes hacer con esa clase de personas, excepto decepcionarlas inevitablemente?
18. Y no es que escribir en mi cuaderno me ayudara a vaciar mi mente -como algunos podrían argumentar-, pero me sentía agradecida por poder librarme del exceso de peso.
19. -Soy una paleta -recuerdo que le dije. No -contestó Harrison-. Te subestimas. Si acaso, eres una paleta lista. -Y añadió-: Tienes los ojos de una cierva y las pelotas de un samurái.
20. En su mayoría, el equipo estaba formado por hombres, y las cosas no han cambiado al respecto. Es un mundo masculino, como el del espectáculo, generosamente sembrado de mujeres espolvoreadas como especias sobrecualificadas.
21. Primero, empiezas interpretando pequeños papeles en películas comerciales, después -si es que ocurre aquello que todos los actores están esperando- llega el éxito. De la noche a la mañana te conviertes en una estrella.
22. ¿Quién quieres que crean que eres? ¿Cómo crees que te ven los demás? ¿O acaso no dejas que se acerquen lo bastante para verte? Tú decides por ellos. ¿Piensas que logras convencerlos de que eres lo que pareces?
23. Soy una persona con un gran deseo de ser popular. No solo quiero gustaros, quiero ser una de las personas que os hayan causado la mayor dicha del mundo. Quiero estallar en vuestra noche como los fuegos artificiales de Noche Vieja en Hong Kong.
24. Tanto silencio por descifrar. No solo debes leer entre líneas, sino que has de rellenarlo por completo. Porque él no está allí. Convertirlo en alguien importante en tu vida exige una gran imaginación. Por desgracia, la mía nunca sabe cuándo abandonar.
25. Necesito escribir, me mantiene concentrada durante el tiempo suficiente para completar un pensamiento. Dejar que cada hilo de mis pensamientos llegue a su propia conclusión y permita que comience uno nuevo. Me ayuda a seguir pensando. Temo que si dejo de escribir, dejaré de pensar y empezaré a sentir.
26. Me fío de todo el mundo. No tengo un yo privado, reservado específicamente para ciertas personas fiables. Me fío y desconfío de cualquiera. He dado toda la vuelta, pero esta vez, al regresar de nuevo al cero, soy capaz de representar el error con mayor destreza.
27. Me gustaba ser la princesa Leia. O que la princesa Leia fuese yo. Con el tiempo nos fusionamos en una sola persona; no creo que nadie pueda pensar en Leia sin que yo merodee también por sus pensamientos. Y no estoy hablando de masturbación. Así que la princesa Leia somos dos, en plural.
28. Me dieron el papel en La guerra de las galaxias junto con la deprimente advertencia de que perdiera cuatro kilos y medio, así que para mí la experiencia se parecía menos a "¡Bien! ¡Tengo un empleo!", y más a: "Tengo un empleo y me he torcido el tobillo". Aquellos cuatro kilos y medio representaban el diez por ciento que corresponde al agente, pero pagado en carne.
29. Me mostraron los bocetos de peinados que le proporcionaron a Pat como guía. Les lancé una mirada de espanto muy parecida a la que puse al ver los dibujos del bikini metálico, el que llevaba para matar a Jabba (mi momento favorito de mi historia cinematográfica, que os recomiendo fervorosamente que reproduzcáis: encontrad en vuestra mente el equivalente de matar a una gigantesca babosa espacial y celebradlo.
30. El peinado elegido afectaría a la forma en que todos -me refiero a los seres humanos que van al cine- me verían durante el resto de mi vida. (Y quizá también más allá de esta: resulta difícil imaginar una necrológica televisiva que no use una foto de esa niñita de cara redonda con sendos absurdos rodetes a los lados de su escasamente experimentada cabeza).
31. Así que adopta su apática cara de póquer mientras yo practico mi mirada irónica y cómplice en algún lugar de su periferia. No me atrevo a escoger un tema por si no es lo bastante gracioso o interesante para su imponente juicio. Con sus silencios, se postula como una suerte de público cautivo, y por eso me devano los sesos para enfrentarme al inmenso reto de entretenerlo.
32. Se suponía que las películas debían quedarse en la pantalla, planas, grandes y vistosas, sumiendo al espectador en su historia, conduciéndolo alegremente hasta el final y después devolviéndolo a su propia, inalterada vida. Pero esa película se portó mal; se filtró fuera del cine, saltó de la pantalla y afectó tan profundamente a tantas personas que estas necesitaron interminables talismanes y artilugios para permanecer conectadas a ella.