24 frases de El desierto de los tártaros (Il deserto dei tartarí) de Dino Buzzati... El teniente Giovanni Drogo es destinado a la Fortaleza Bastiani. Esperando a los tártaros, entre la soledad y el hastío, la libertad o la realización, se consume su vida.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Dino Buzzati son: existencialismo, absurdo, desierto, paso del tiempo, soledad, libertad de elección, búsqueda de sentido, apatía.
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Frases de El desierto de los tártaros Dino Buzzati
01. El formalismo militar parecía haber creado, en aquella fortaleza, una insana obra maestra.
02. La conversación ahora le resultaba penosa, una indiferencia había entrado en su ánimo. Ambos callaron.
03. -¿Un desierto? -Un desierto, efectivamente, piedras y tierra seca; lo llaman el desierto de los tártaros.
04. La vida le parecía inagotable, obstinada ilusión, aunque la juventud ya había comenzado a ajarse.
05. El fusil y el uniforme serán enterrados con él, porque así es la vieja regla de la fortaleza.
06. Pero ¿Qué podían decirse, tras vivir juntos casi treinta años entre los mismos muros, con los mismos sueños?
07. La confianza empezaba a debilitarse y la impaciencia crecía (...) El tictac del reloj se volvía cada vez más apresurado.
08. Nombrado oficial, Giovanni Drogo partió una mañana de septiembre de la ciudad para dirigirse a la fortaleza Bastiani, su primer destino...
09. Creemos que a nuestro alrededor hay criaturas semejantes a nosotros y en cambio no hay sino hielo, piedras que hablan una lengua extranjera.
10. Valor, (...), ésta es la última carta, marcha al encuentro de la muerte como un soldado, y que tu existencia equivocada acabe bien, al menos.
11. Cruza con pie firme el límite de la sombra, erguido como en un desfile, y sonríe incluso, si lo logras. Después de todo, la conciencia no está demasiado cargada y Dios sabrá perdonar.
12. Qué absurdas hipótesis, (...), dándose cuenta de su necedad...Y, sin embargo, no conseguía desecharlas, al poco rato volvían a tentarlo, protegidas por la soledad de la noche.
13. En el sueño hay siempre algo absurdo y confuso, uno no se libera nunca de la vaga sensación de que todo es falso, que de un momento a otro tendrá que despertarse.
14. El tiempo se había consumido lo mismo con su inmóvil ritmo, idéntico para todos los hombres, ni más lento para quien es feliz ni más veloz para los desventurados.
15. Pero no se vio avanzar al ejército. A través del desierto de los tártaros quedaba sólo la franja de la carretera, singular signo de orden humano en el antiquísimo abandono.
16. La llanura del norte había perdido todo color, pero aún no se había amodorrado, como si algo triste estuviera naciendo en ella.
17. Los muros desnudos y húmedos, el silencio, la escualidez de las luces... Todos allí dentro parecían haber olvidado que en alguna parte del mundo existían flores, mujeres risueñas, casas alegres y hospitalarias.
18. Así se alejó en la noche, con nobleza casi inhumana. No echó un vistazo a su palacio, ni a la plaza de debajo, o a las otras casas, o a la ciudad donde había vivido.
19. Absurdo, refractario a los años, se conservaba en él, desde la época de la juventud, aquel hondo presentimiento de cosas fatales, una oscura certidumbre de que lo bueno de la vida aún tenía que empezar.
20. Hasta entonces había avanzado por la despreocupada edad de la primera juventud, un camino que de niño parece infinito, por el que los años discurren lentos y con paso ligero, de modo que nadie nota su marcha.
21. Y, sin embargo, un residuo de encanto vagaba a lo largo de los perfiles de los amarillos reductos, un misterio se obstinaba allá arriba, en las esquinas de los fosos, a la sombra de las casamatas, sensación inefable de cosas futuras.
22. Le pareció que la fuga del tiempo se había detenido, como un encanto roto. El torbellino se había hecho en los últimos tiempos cada vez más intenso, y después repentinamente nada, el mundo se estancaba en horizontal apatía y los relojes corrían inútilmente.
23. Pensó estar en el mundo del más allá, aparentemente idéntico al nuestro, sólo que las cosas más bellas se cumplen de acuerdo con los justos deseos, y tras alcanzar esa satisfacción uno se queda con el ánimo en paz, no como aquí abajo, donde siempre hay algo que envenena incluso los días mejores.
24. Es difícil creer en algo cuando uno está solo y no puede hablar de ello con nadie. Precisamente en esa época (...) se dio cuenta de que los hombres, por mucho que se quisieran, siempre permanecen alejados; si uno sufre, el dolor es completamente suyo, ningún otro puede tomar para sí ni una mínima parte; si uno sufre, no por eso los otros sienten daño, aunque el amor sea grande, y eso provoca la soledad en la vida.